lunes, 31 de diciembre de 2012

No todo es perfecto


No todo es perfecto en la vida, pero siempre hay que ver lo positivo de aquella situación que en un primer momento nos deja un mal sabor.
Les cuento que para la  cena de navidad tenía la ilusión de poner el pavo entero sobre la mesa, pero después de tantos años horneando para estas fiestas, es la primera vez que el pavo se me deshizo en pedazos y en los huesos no quedó ni una hilacha de carne. Al principio me fastidié, pero al probar el sabor pensé que valió la pena las horas que pasé abriendo y cerrando el horno, y no me quedó más remedio que cortarlo y ponerlo sobre una fuente, como siempre.
Luego quise preparar un cóctel de algarrobina. Compré el mejor pisco, busqué en Internet varias recetas para ver con cual me quedaba. Puse las copas en la nevera, pero cuando probé el cóctel pensé que tomaba pisco con leche chocolatada.  Posé para la foto, pero cuando iba por mi segunda copa tuve que rendirme y aceptar que el cóctel estaba asqueroso. Mis hijos respiraron aliviados al ver que no tenían que terminar sus copas, y me pidieron que preparara lo de siempre: pisco sour
No todo salió como pensaba, pero lo mejor de todo es que estuve con mi familia departiendo y pasando buenos momentos. Eso es la felicidad, pequeños soplidos que alegran nuestras vidas y nos provoca sonrisas que nacen del corazón.
La belleza de las cosas es precisamente lo imperfecto de todo. Como cuando salimos de paseo al campo y de repente llueve y parece que el día se malogró, pero vienen las risas tal vez porque nos empapamos o sucedió algo gracioso que luego pasa al recuerdo.
Disfrutemos de estas fiestas olvidando y perdonando, pero, sobre todo, decidiendo ser felices. La felicidad depende de nosotros y de nuestra actitud frente a los problemas.
Que el próximo año sea tan imperfecto que nos obligue a sacar lo mejor de nosotros. No busquemos en los demás la perfección, sino el amor que nos puedan entregar.
Gracias por estar ahí… en algún rincón del mundo: España, Argentina, Venezuela, Chile Colombia, Perú, Ecuador, Miami, y dejarme entrar en sus momentos a través de mis posts.
Me despido con un beso deseándoles un feliz año nuevo y que todos sus sueños se hagan realidad.
Pilar   

lunes, 10 de diciembre de 2012

El amor: desde el punto de vista de los ciéntificos

Para los científicos no existe el amor como la gente común lo concibe; para estos señores de guardapolvos blancos el amor no es otra cosa que una descarga de sustancias bioquímicas que se producen en el hipotálamo.
No creen en cupido ni en su flecha mágica que nos golpea directamente en el corazón y nos hace ver la vida de color rosa. Para ellos lo único que ocurre es que la parte del cerebro que procesa las emociones se activa y envía descargas de epinefrina y neuroepinefrina por todo el torrente sanguíneo, logrando que el corazón lata hasta tres veces más rápido de lo normal. Luego el flujo sanguíneo se desvía hacia el estómago  y creemos sentir mariposas. Una explicación que mata nuestra forma romántica de sentirnos frente al hombre o mujer que nos impacta desde el primer momento.
No existe el destino que puso en tu camino al príncipe azul que de un momento a otro te hizo sentir que respirabas y que tenías corazón, y es de locos creer que es el amor que por fin llega a tu puerta. Simplemente te encontraste con la persona que logró que las cuatro partes de tu cerebro liberaran una hormona conocida como la dopamina que te convierte en alguien más feliz, capaz de ser algo cursi y generoso. Esta hormona te droga y se vuelve adictiva. No vayas a pensar que de repente extrañas a la persona que acabas de conocer. Que te encanta su sonrisa, su forma de hablar, esos hoyitos que se forman cuando sonríe. ESO ES MENTIRA, simplemente estás atrapada en el embeleso químico del cerebro que muchas veces te deja sin razón.  
Y no vayan a creer que la pasión que se desprende de un beso es producto del amor que navega por cada poro de tu cuerpo, exigiendo más y más para saciar tu deseo. Los instruidos y  casi sabios desmienten esta teoría argumentando que la pasión en una pareja  se rige por la oxitocina. A mayor oxitocina mayor será el enamoramiento y las relaciones sexuales.  Nada de pensar de manera romántica de que estás atrapada por su olor y que te excita sin remedio. ES PURA OXITOCINA.    
Estos hombres de mandiles almidonados tampoco se han olvidado de los fieles. Las que creen que su pareja las ama profundamente y que en aras de ese amor jamás las traicionarán, SE EQUIVOCAN, la vasopresina es una hormona que también segrega el hipotálamo y es la responsable de la fidelidad. Cuando una pareja segrega esta hormona nadie podrá romper esa areola de felicidad que ambos respiran, pero CUIDADO… dura solo cuatro años.     
Y esa etapa de rutina y tranquilidad que se respira después de un largo tiempo de vivir intensamente,  se debe a que el cerebro se acostumbra al cóctel químico, no pienses que por fin has alcanzado el equilibrio junto a tu media naranja, puro espejismo que estos hombres de mirada recia desmienten.
Tal vez sea cierta las explicaciones de los científicos, pero a mí me gusta pensar que el amor no tiene explicación. Simplemente se da en el momento menos pensado alimentando tu ilusión. Te atrapa en su fuego hasta volverte  loca y dependiente. Y no hay más palabra que su palabra y no hay más verdad que la que él dice.  Escuchas canciones de amor, escribes poemas y lees novelas románticas porque te nutren de fantasías, las que a veces necesitamos para sentir que la vida puede ser más bella que la que nos tocó vivir, o quizá porque a través de los sueños encontramos otra forma de sentir y de creer que también podemos tocar la luna.
Pilar

martes, 4 de diciembre de 2012

De vuelta al colegio


La semana pasada estuve en Iquitos, la tierra donde nací, crecí y  empecé a soñar con  ser escritora.

Después de muchos años regresé a mi colegio y no saben la emoción que sentí al ver los arcos, los  mosaicos que tal vez algún día fueron rojos, las aulas y el inolvidable árbol de mango que por generaciones ha estado a un lado del patio.

Recuerdo que una mañana vi un mango  maduro y lancé mi zapato casi saboreando la fruta. El zapato se quedó atrapado entre unas ramas y mientras mis compañeras se reían, la auxiliar apareció ordenándonos que regresáramos a nuestros salones.

La auxiliar tuvo la mala suerte de pararse justo debajo de mi zapato, y yo tampoco estuve de buenas porque de repente mi zapato cayó sobre su cabeza.

Estoy  segura que se acordó de toda mi generación. Cogió mi zapato y con voz de mando me gritó: “A la dirección”

En el trayecto traté de pedirle disculpas, pero no quiso ni que abriera la boca. “Ya vas a ver, espera a que la directora sepa esto. Tú sabes que está prohibido aventar cosas al árbol”.

Resignada esperé a que la directora nos recibiera mientras pensaba en la manera de calmar a mi madre cuando se enterara que me habían dado vacaciones por unos días. Pero cuando la directora nos recibió, le pidió a la auxiliar que se marchara. Apenas ella cerró la puerta, la directora se arrastró de risa  y me pidió que tuviera cuidado.

Salí con mi zapato, pero fui el blanco de las burlas de mis compañeras.

Mi colegio es especial. No todos tienen una leyenda que cobra vida años tras años cuando entran  las nuevas alumnas.

Se dice que una monja sin cabeza anda por el colegio como alma en pena, recorre los pasadizos, el patio y vuela al ras del suelo. A mí me pareció verla alguna noche cuando después de entrenar básquet, caminábamos por esos pasadizos iluminados por la luna. Incluso alguna vez con una amiga entramos a un cuarto secreto donde encontramos cientos de periódicos del año cincuenta y tantos y creímos sentir su presencia. Salimos despavoridas y gritando como locas, poniéndonos en evidencia frente a las  auxiliares que no dudaron en apuntar nuestros nombres.

Tal fue mi obsesión por esta leyenda que escribí un cuento que para variar se llama “La monja sin cabeza”, es la historia de dos niños que van de retiro al colegio de mujeres y tienen todo listo para asustar a las chicas aprovechando esta leyenda.

Cuando todos duermen, ellos se preparan para la travesura, pero no cuentan con que la monja sin cabeza aparecería y les pediría el favor más espeluznante de sus vidas. Que la ayuden a encontrar su cabeza.  

Estuve muy feliz en mi tierra, recordando sabores y viendo los mismos paisajes que me dejan con la boca abierta. Pero debo confesar que el calor por poco me mata. Me dediqué a beber cientos y cientos de cremoladas de aguaje, comí de todo y ahora estoy tratando de eliminar esos kilitos que gané sin mucho esfuerzo.

Ahora que estoy de regreso siento que mi corazón por siempre estará en esa tierra que amo y que nunca olvidaré. Iquitos es el sol que cada tarde se asienta sobre sus montes. Es la lluvia que refresca y te recuerda que la vida siempre es un nuevo comenzar. Es la canción que habla del río, del malecón y la plaza; y de la hermosa loretana que derrama lisura al andar

Pilar

viernes, 16 de noviembre de 2012

Detrás de la ventana


Detrás de la ventana siempre hay algo que se oculta. Secretos inconfesables que muchos se obligan a callar por miedo a los demás, a sus críticas; a esas palabras que tendrán la fuerza de una piedra en plena cara y que no podrán responder porque en el fondo se saben culpables.

Está la mujer que desea a un hombre que no es suyo, con quién pasa momentos apasionados en la habitación de un hotel, pero al que jamás podrá exhibir en público porque es la manzana prohibida que pertenece a otro jardín. Suspira por él, sueña con el día en que este hombre la elija por encima de su mujer, y le dé el lugar que ella quiere en su vida. Piensa que  vive a su lado un amor de telenovela, pero es la historia que ella quiere vivir, llena de fantasía, de adrenalina; de ese furor que te da lo prohibido y que engrandece ese momento por el simple hecho de no estar permitido.

Está el que descubrió que vive prisionero en un cuerpo que no le pertenece. Le gustan los de su mismo sexo, y desea romper las cadenas que lo atan a una verdad que quiere gritar. Algunos lo hacen y sufren el desprecio de quien dicen que los aman por encima de todo, y que por exponer su realidad se enfrentan a una soledad que hace más grande su dolor.

Otros lo gritan a los cuatro vientos y se adelantan a los demás adoptando una pose de “no me importa tu opinión, yo vivo como quiero”, pero en el silencio de la noche resienten los murmullos que a veces escucha al pasar.

Los temerosos ocultan su secreto, a pesar de ser conscientes de que muchos ya lo saben. Es imposible disimular una esencia que se cuela entre los pantalones y la pose de hombre macho, y que vive con pasión junto al hombre que ama a escondidas.

Está la adolescente que quiere ganarle a la vida y se adelanta a vivir momentos que no está  preparada para disfrutar a plenitud. Entonces la sorprende una noticia que la deja sin respiración y le hace llorar sobre su almohada: Va a tener un hijo. ¿Qué hago?, se pregunta, y corre a buscar a la amiga que la consuela  sin saber qué aconsejarle porque es tan inexperta como ella.

La adolescente sufre y olvida la incipiente pasión que disfrutó junto a su enamorado. Va a ser madre, pero quizá nunca saboreó el éxtasis de sentir que flotaba dentro de su cuerpo. Jugó al amor sin saber que se quemaría en una hoguera que ella prendió sin responsabilidad.

Está la mujer maltratada, la que maquilla su rostro para que los demás piensen que es feliz. No quiere que se enteren el infierno que es su vida cuando cierra la cortina de esa ventana que da para la calle.

Empieza a mentir y defiende a su agresor, porque si no lo hace los golpes caerán sobre ella  y una vez más no podrá defenderse.

Se avergüenza por su condición y debilidad. Se culpa por una situación que llega a creer que se lo merece. Algunas tienen la suerte de escapar y de comenzar una nueva vida sin violencias. Otras terminan bajo una bolsa negra y siendo un número más dentro de la estadística del maltrato a la mujer.

Pero detrás de la ventana también hay una esposa que espera. La que se esmeró en oler a limón para esperar al hombre que ama. Tiene muchas cosas qué decirle. Los niños por poco la vuelven loca. Tuvo que ir dos veces al mercado porque no sabe dónde tiene la cabeza que se le olvidan las cosas. Pero al sentir sus pasos subiendo las escaleras, se olvida de todo y abre la puerta. ¡Mi amor!, susurra, y lo abraza por el cuello sintiendo que es el compañero que siempre quiere junto a ella.

También está la madre que espera, y que mira su reloj angustiada porque su hijo no llega. No le contestó el celular. Se molesta por este hecho, pero luego se olvida y vuelve a preocuparse. Su corazón late con rapidez imaginando alguna desgracia. Entonces lo ve llegar y le vuelve el alma al cuerpo. ¡Su hijo regresa a casa!, no hay mayor felicidad que verlo sano. ¡Gracias, Dios mío! murmura, pero como es madre vuelve al ataque y en tono agresivo exclama: ¿Por qué miércoles no me has contestado?, casi me muero de angustia ¿Dónde diablos tenías el celular? , y no me digas ahora que se te acabó la batería... 

Pilar          

   

 

lunes, 5 de noviembre de 2012

Las cosas que realmente importan


¿Qué es lo que realmente  importa en la vida?

Es una pregunta que varía de acuerdo a nuestro pasado, al presente y lo que esperamos conseguir en el futuro. También depende de la profesión que tengamos para priorizar ciertas cosas.

Probablemente un político pensará (porque jamás será tan torpe como para decirlo en voz alta) que lo único que le importa es el poder.  Otros que han padecido hambre tal vez piensen que es fundamental trabajar muy duro para asegurar la comida de su familia. Los que han sufrido alguna enfermedad afirmarán que no hay nada más importante que tener salud. La artista que sueña con alcanzar la fama tal vez viva pensando en ese papel que cambiará la historia de su vida.

Lo cierto es que cada uno tiene prioridades que monopolizan nuestro tiempo y  nos convierte en esclavos de nuestros deseos.

Un  día amanecemos y apenas tenemos tiempo de tomar un café. Almorzamos a la volada tal vez junto a nuestra computadora. Caminamos por la calle con la vista en el celular y sin dejar de mover los pulgares. Usamos audífonos que nos aísla del mundo y nos aturde con la música que continuamente llega a nuestro cerebro.

Unos dirán que es la tecnología la que nos está cambiando, otros que las exigencias de la vida son cada vez más fuertes y que no debemos parar el ritmo. Siempre habrá una excusa o a quién echarle la culpa de nuestros actos, pero jamás nos miraremos y diremos frente al espejo: “Me declaro culpable”

Culpable por permitir que los correos de la oficina invadan mi privacidad después de la hora del trabajo.

Culpable por  competir con el tiempo tratando de abarcar más de una actividad.

Culpable por usar los mensajes cuando es mejor escuchar la voz ya sea de tu amiga o tu enamorado.

Culpable por creer que siempre habrá tiempo para rectificar nuestros errores cuando tal vez estemos viviendo los últimos minutos de nuestra vida.

No estamos en medio de una carrera donde lo único que importa es ganar a costa de lo que sea, vivamos  a plenitud cada día. Disfrutemos de los abrazos, de ese contacto que te hace sentir que no estamos solos. Paremos un momento para disfrutar de una comida en compañía de los amigos dejando a un lado el celular. Prioricemos nuestros objetivos, y pasemos por esta vida intentando ser felices con  pequeñas cosas que jamás encontrarán en los supermercados.

Es cierto que hay que luchar por nuestros sueños, pero también es cierto que hay que darle el justo valor sin olvidar a las personas que nos aman y que esperan de nosotros una respuesta de amor. No es justo que solo escuchen nuestras quejas o sobre lo mal que nos fue durante el día. Hay que hacer una tregua con nosotros mismos  para darnos por completo a quienes realmente nos aman y que siempre estarán a nuestro lado.

A ellos nos debemos, pero sino empezamos a liberarnos de nuestras cadenas jamás nos daremos por completo a alguien.

Pilar

   

miércoles, 17 de octubre de 2012

Tengo una relación con...


El sábado pasado estuve en las olimpiadas de una universidad y, mientras esperaba a que se inicie la inauguración, me entretuve observando a los muchachos que iban y venían uno más estrafalario que otro. Con los pantalones a las caderas dando la impresión de que llevan pañales, y para rematar la gomina que algunos se ponen en el cabello para levantar las puntas al estilo Gokú.
Definitivamente, si fuera una chica de esta época jamás me habría fijado en un muchacho desgarbado y que además hable como si fuera el último “papi” sobre la tierra. “Oe… ¿vas?, le dice uno a otro que pasaba por ahí. Estás …ón, solo vine a recuperar mi clase, éste profe es una m…. y ya me tiene fregado. Se da cuenta de que lo escucho y se acerca a seguir conversando, pero en voz baja.
Cansada de esperar decidí ir a la cafetería a comprarme un jugo. Me senté en las mesitas de fuera y sin querer (juro que es verdad), escuché esta conversación.
“Pucha ahí está. ¿Qué tiene, no me digas que has vuelto a pelear con ella? Ya no estamos, anoche la terminé por Facebook. ¿Qué le dijiste? Nada, solo cambié mi estado, que entre y lea que ya no tengo una relación y que las demás se enteren que ahora estoy solterito”
No entendí a qué se refería, y como soy algo torpe sobre el manejo del Facebook y en general sobre las redes sociales, pregunté luego a qué se refería el muchacho. Llegué a la conclusión de que la chica a la que acababan de cortar frente a toda la comunidad social del Facebook, no podía correr con mejor suerte al librarse de un  patán que no era capaz de dar la cara para enfrentar sus problemas.
No había imaginado hasta qué punto era importante el Facebook en las relaciones interpersonales. Sabía que a través de este medio se dedican canciones, pelean a vista de todo el mundo. Los tímidos han encontrado una forma de comunicarse. Son muy galanes a través de una pantalla, pero apenas pronuncian una palabra cuando están frente a la chica. Hasta el punto que ella se pregunta de quién está enamorada. Si del hombre con quien habla a través del Facebook, o del  mudo que rara vez va a visitarla.
Me quedé con mucha curiosidad y empecé a preguntar qué tan importante era para un joven que la persona con quien anda, escriba en el Facebook que tiene una relación. Entrevisté a 6 chicos y 5 chicas en edad universitaria, y una adolescente de 14 años que quiso participar voluntariamente. Las respuestas no dejaron de sorprenderme y ahora las comparto con ustedes.
A la pregunta ¿Es importante para ti que tu enamorada/o escriba en el Facebook que tiene una relación contigo?
CHICOS: Claro, es para marcar territorio. Sí, tienen que saber que está conmigo. Es una forma de controlarla. Para que los sapos mantengan su distancia, si no es así después pasa piola y termino con cuernos. Si no va a poner que está conmigo entonces no quiero nada. Si no lo escribe, mejor para mí, yo hago lo mismo.
CHICAS: Sí es importante, así la ex lo deja en paz. Tiene que decirle a todo el mundo que está conmigo. Si no lo escribe es porque solo quiere vacilarse, debe poner que tiene una relación conmigo. Básico, sino como las demás se van a enterar que es de mi propiedad.  Pobre de él sino lo escribe, pensaría que algo quiere ocultar.
ADOLESCENTE: Para mí es importante,  eso me demuestra que me quiere.
¿Tienes enamorado?, le pregunté. Sí, llevamos cuatro meses, y me dice cosas muy lindas por el Facebook. ¿Y cuándo están juntos?, apenas hablamos porque solo nos vemos en el cole.
Después de esto he llegado a la conclusión de que el Facebook es algo así como el “PERUANO”, el diario oficial donde uno publica los noviazgos, las rupturas y hasta informas a todo el mundo tu nueva condición de divorciada, así te evitas el llamar a cada una de tus amistades para comentarles que nuevamente estás en circulación.  
El Facebook es un medio que ha entrado en nuestras vidas para cambiarlo todo. Bien utilizado es una herramienta de comunicación, y su uso excesivo solo ayuda a mutilar la espontaneidad, profundizar la timidez y a hacer público lo que debería ser íntimo y solo de dos.
Pilar

   

lunes, 8 de octubre de 2012

Desahogo


¿Qué hago?, ya no siento alegría por la vida. Siempre soñé con el amor y cuando pensé que lo había encontrado no dudé en gritarlo a todo el mundo. Me sentía diferente, esperaba sus besos y extrañaba su voz. Por primera vez experimenté la dicha de sentirme querida, y  cuando me abrazaba creía que había nacido para estar entre sus brazos. Y hoy después de tanto tiempo pienso que nunca debí casarme, el matrimonio es la tumba del amor. Él cambió o ¿fui yo?, no lo sé. Lo cierto es que una mañana desperté sintiéndome vacía. Él se había acomodado a una vida donde yo no participaba, y descubrí que ya no esperaba sus besos y tampoco extrañaba su voz.

Leí tu novela, Pilar, me dijo Sandra en una de las noches más frías de mi permanencia en Arequipa. Había poca gente en la feria del libro, y Sandra había regresado con muchas ganas de hablar. Te confieso que me enamoré de Aníbal. ¿Es que estoy loca?, me preguntó,  y yo no supe qué decir, creo ni hacía falta que dijera algo porque ella respondía por mí. Quiero un hombre que me mire como él, que me bese como él y que me haga el amor hasta el cansancio. Que me diga las frases más dulces hasta arrancarme suspiros. ¿Piensas que estoy loca?, volvió a preguntarme, pero Sandra no esperó mi respuesta. Quiero amar y que mi corazón se hinche de emoción. ¿Eso es malo?, me preguntó, y solo atiné a negar con la cabeza. Duermo con un hombre que se ha vuelto un extraño. Me lastima con sus palabras y su mirada. Mi amor se ha convertido en temor y me duele ya no amarlo. Mi alma empieza a secarse, Pilar… y no quiero morir.

Sandra se desahogaba en medio de la música de la película “Historia de amor”, y yo pensé que la escena no podía ser más perfecta. El frío de la noche, la soledad de un pasadizo y la melodía que acompañaba el sufrimiento de la protagonista. Sus ojos brillaban, pero no alcanzó a derramar lágrimas. Su voz temblaba así como sus manos cuando de rato en rato me cogía del brazo.

Voy a confesarte algo, me dijo. Desde hace dos días duermo con Aníbal. Hablo con él y hasta creo que en algún momento lo veré. ¿Crees que estoy loca?, repitió casi con desesperación. Mi esposo siempre lo dice y ya estoy cansada de que me grite lo mismo todos los días. Pero, ¿sabes?, ahora no me importa. Aníbal está conmigo, gracias por traerlo a través de tu novela. Él es el hombre de mis sueños. Sus besos deben ser perfectos, así como sus caricias. Desde la otra noche es mi compañero inseparable. A él le he contado mis penas y me escucha en silencio. ¡Ay, Pilar!, ¿Qué pasa conmigo?, compré la novela inducida por el título. “Cuestión de Piel”, me sonaba a pasión y yo necesitaba nutrirme de esa emoción.

¡Dios, ahí está mi esposo!, dijo de repente, poniendo expresión de asustada. Entonces volteé y vi a un hombre alto acercándose a nosotras con pasos fuertes.  ¿Qué haces aquí?, preguntó Sandra algo molesta, aunque a mi parecer era una pose para disimular su miedo. Le dijiste a tu madre que estarías aquí y desde hace rato te estoy buscando, contestó él. Es que vine a hablar con Pilar, ¿sabías que escribió la novela que estuve leyendo la otra noche? ¿Cómo está?, me dijo educado. Yo respondí al saludo consciente de que a él poco le importaba quién era yo.   Entonces Sandra se despidió y la vi alejarse sintiendo mucha pena.

De repente volví a reparar en la melodía tristona que se escuchaba y pensé que era la ideal para acompañar su partida.

Sandra regresaba a una vida donde no era feliz. A veces necesitamos de fantasías para sobrellevar los días en los que actuamos como carceleros de nuestro destino. Algunas hacen realidad su necesidad buscando a un hombre de carne y hueso que las haga sentir deseadas y amadas. Otras como Sandra  se inventan una quimera donde son  las únicas en la historia. Ahí no hay dolor, ni celos, ni desconfianza; simplemente es la reina a quien el príncipe de sus sueños adora por encima de todo. Y Aníbal es la ilusión que Sandra necesita para desahogar su soledad, el eslabón con ese mundo que le permite escapar de unos días tediosos y oscuros en donde no espera nada porque ya no hay amor en su corazón, solo resignación y desesperanza. Aníbal es el hombre que ella guiará de acuerdo a sus necesidades. Un día hará el amor con él y vivirá atrapada en ese sueño hasta que su realidad cambie o termine acostumbrándose a esa mentira. ¿Creen que está loca?, claro que no. Su corazón busca amor y esa es la forma de encontrarlo. Nadie puede vivir con el corazón vacío, siempre necesitamos de esa llama que nos enciende y nos hace invencibles; ese sentimiento que saca siempre lo mejor de nosotros y nos prepara para la vida. Sin amor no somos nada, tal vez un alma en pena que gime en silencio tratando de ocultar su desdicha.  
Pilar

lunes, 24 de septiembre de 2012

La pasión por los sueños


Siempre pensé que los sueños son el motor de nuestras vidas y que debemos despertar y respirar por la ilusión que habita en nuestro corazón.

Un día sentí que lo mío era la literatura y me dejé llevar por el fascinante mundo de las letras, y no hubo cansancio ni flojera cuando se trataba de aprender sobre este tema.

Aprendí a tener paciencia y a ser humilde cuando mi profesor corregía mis escritos después de pasar  largas horas creyendo que alabaría mi trabajo, pero la fuerza de mi sueño pudo más y evitó que terminara deprimiéndome.

Hoy, después de muchos años, puedo decir que la pasión por mis sueños me da fuerzas y energías para seguir adelante. Estoy en Arequipa, una ciudad con gente amable que me recibió con los brazos abiertos, y solo les puedo agradecer por el cariño que recibo todos los días. Gracias por todos los abrazos y los buenos deseos.
Un beso
Pilar

martes, 11 de septiembre de 2012

Las cosas que extraño


Después de hacer un rápido análisis sobre mi vida he llegado a la conclusión que a lo largo del tiempo me fui convirtiendo en solitaria, pero no siempre fue así.

Cuando era niña andaba rodeada de amigos y hacíamos muchas travesuras para pasar el tiempo. Y de adolescente fui una más de las tantas jovencitas que se movilizaban en patines para estar a la moda. Todos los sábados recorríamos las calles de Iquitos para ir al club y deslizarnos por el salón donde se realizaban las fiestas, y por la noche continuábamos la diversión  en la Plaza de Armas, donde apenas se podía patinar por la cantidad de gente que había.

Me gustaba ir al cine a ver las películas de Palito Ortega, y a la salida era casi una obligación pasar por la heladería “La Favorita”, a tomar una copa de helado de aguaje. Los domingos nunca fueron tranquilos. A veces en la piscina y otras tantas en el club de Caza y Pesca con Lita o Melita. Ahí aprendí a esquiar entre fuertes caídas que me daba contra el agua.

Luego me regalaron una moto y salíamos a pasear en grupo, haciendo competencias o piruetas que felizmente no tuvieron consecuencias.

Cuando viajé a Lima fui a vivir a un pensionado de señoritas con 63 chicas de diferentes provincias, y mi grupo de amigas se agrandó considerablemente. Salíamos de compras, a pasar el rato recorriendo las calles de Miraflores antes de terminar en el cine Pacífico. Las noches de los sábados a diferencia de muchas que iban a las discotecas, nosotras teníamos que ensayar las canciones de la Misa, pero no la pasábamos mal, nos divertíamos con lo que teníamos a la mano, ya sea imitando a las monjas o burlándonos de los muchachos que visitaban a sus enamoradas.

Ya en la universidad le agarré el gusto a sentarme con las amigas a tomar café mientras fumábamos sin parar, y el chisme era el centro de nuestra charla.

Ahora he dejado el vicio que un día me parecía necesario para escribir. Necesitaba crear un ambiente  casi teatral para inspirarme. Mi taza de café, el cenicero lleno de puchos, y el humo que se había impregnado en las paredes.

En días como hoy extraño ese olor a tabaco y las siete tazas de café que tomaba por la mañana. Un día tomé consciencia de que me hacía mal y el 19 de noviembre del 2007 tomé la decisión de no volver a fumar. Nunca recaí, el proceso fue duro, pero a las finales vencí la ansiedad por el cigarrillo. En cuanto al café he bajado mi dosis y hoy tomo dos tazas al día, pero creo que jamás me negaré al placer de disfrutar de ese líquido amargo que me endulza la vida.

Ya no frecuento a mis amigas como quisiera, ahora voy sola a la cafetería llevando una laptop o una novela que leo de rato en rato cuando no hay nada que observar. Tampoco voy de compras, no me interesa estar a la moda y menos pasar el rato recorriendo tiendas en medio de tanta gente. Pero lo curioso es que disfruto recorriendo los pasillos de las tiendas donde venden artículos de ferretería, lámparas, puertas, etc.

Paso muchas horas al día envuelta en el silencio, a veces huyo de mis pensamientos y a veces los enfrento. A veces salgo bien parada y a veces bajo la cabeza, pero siempre termino aceptando que me falta mucho por hacer. He descubierto mis errores, pero no siempre puedo luchar contra ellos. A veces soy débil y a veces soy fuerte, y a veces soy solo una hoja que se deja llevar por el viento.

Pilar

 

 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

En que estación estás


 Hace unos días escuché un comentario de Beto Ortiz  sobre algo que le dijo un amigo: “Nosotros al nacer traemos una radio y elegimos la estación en la que queremos estar”
Y yo añadiría que además transmitimos nuestro estado de ánimo y sin querer pateamos “el gato” que se nos cruza en el camino.
Ese breve comentario me remontó a una época cuando me llené de rencor hacia alguien que le hizo mucho daño a mi familia. Era la primera vez que experimentaba la mentira, la injusticia y la consecuencia de tales actos en personas inocentes. Decidí cambiar mi estación y me llené de rabia, impotencia y mucho resentimiento. Viví dos años de mi vida sumergida en emociones que alteraron mi existencia convirtiéndome en una extraña que pateaba “gatos" ajenos.
Me rebelé contra las creencias que me inculcaron mis padres y solo respiraba para cobrar venganza. No tenía paz, soñaba continuamente con esa persona y, cada vez que la veía, me provocaba decirle lo ruin y detestable que era. La gente de mi alrededor trataba de calmarme, pero no había nada que apaciguara el odio que sentía hacia ella.
Hasta que un día me di cuenta de que en mi corazón ya no cabía tanto rencor, y lloré por cada día de esos meses en los que viví siendo otra persona. Aligeré la carga que llevaba sobre la espalda, limpié mi alma de la inmundicia que yo misma reciclé, y decidí cambiar a la estación del perdón.
Empecé por perdonarme y dejar que la venganza guiara mis pensamientos. Luego perdoné a esa religiosa por todo el sufrimiento que su cobardía ocasionó. Entonces volví a mirarla sin sentir la repulsión que en un momento me provocó.
La volví a saludar y a escuchar de sus labios “Que Dios te bendiga, hija”, sin sentir ninguna emoción que me dañara por dentro.
Entonces volví a cambiar de estación y me encontré en una frecuencia que me ayudó a reinventarme. En esta etapa empecé a disfrutar de mi soledad, donde había espacio para la lectura, el silencio, la música y las historias de amor que siempre formaron parte de mi vida.
Volví a cambiar de estación y tomé las riendas de un sueño que había dejado a un lado, nada impediría que me convirtiera en escritora de novelas románticas. Mi estación ahora difundía ondas de entusiasmo que los demás percibían y que revotaba a mí con más fuerza llenándome de esperanza e ilusión. Jamás retrocedí aunque no me abrieran las puertas  de los lugares a los que acudía buscando realizar mi sueño. Pensaba en positivo y me fui acostumbrando a ver la cara de la moneda donde había luz.
Poco a poco deseché la mala onda y me convertí en lo que soy: una amante de la vida que ve en cada dificultad una manera de crecer.
El camino no fue fácil, pero estoy agradecida por este presente que cada día me sigue sorprendiendo.
Antonio Machado tenía razón: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, y uno decide si en el trayecto blasfemas, hieres o le gritas a la vida cosas bellas que regresarán a ti con el efecto de un búmeran que te dará felicidad.
Pilar

lunes, 27 de agosto de 2012

Prefiero ser romántica


Prefiero ser romántica y creer que mi vida tiene sentido y que nací para cumplir una misión, y no pensar que soy la consecuencia de un acto sexual entre mis padres.
Prefiero ser romántica y dejarme llevar por la suave melodía de una canción mientras recuerdo momentos agradables de mi vida, y no perderme en el sonido estridente de notas sin sentido para no pensar.
Prefiero ser romántica y tomar un café observando la garúa que cae silenciosa, y no fastidiarme porque la llovizna puede estropear mi cepillado.
Prefiero ser romántica y esperar el verano para disfrutar del sol y de la playa, a irritarme con tiempo preguntándome si el calor será tan insoportable como el verano pasado.
Prefiero ser romántica y aprovechar el invierno para acurrucarme con la persona que amo, a estar quejándome por el frío que hace.
Prefiero ser romántica y apreciar una puesta de sol pensando en lo bendecida que soy  de admirar la acuarela perfecta que se forma en el cielo, a pensar que solo es un día más que termina.
Prefiero ser romántica y soñar con el amor, a estar convencida de que es mejor dormir con un perro que nunca me traicionará.
Prefiero ser romántica y entregarle mi corazón a un hombre imperfecto que busque su perfección a mi lado. A quien le inspire cosas bellas y sentimientos que nunca antes sintió.
Prefiero ser romántica y creer que llegaré al ocaso de mi vida feliz de haber amado, a sentirme amargada porque no supe apreciar el amor cuando lo tuve, ni supe valorar su compañía cuando más sola me encontré.
Prefiero ser romántica y asegurar que se puede amar con el corazón, ilusionarse con una mirada y sentir que no hay más vida que aquel momento que pasas junto a la persona que te hace feliz, a repetir que el amor solo trae sufrimiento cuando entregas el corazón.
Prefiero ser romántica y soñar con un beso, a conformarme con ver pasar la vida a través de un escaparate. 
El amor nunca pasará de moda, y cuando uno se decide a amar le dice sí a la vida, sí a la esperanza y sí a ese futuro al que todos soñamos llegar acompañados, felices de haber construido nuestra historia de la mano de alguien que nos supo valorar y nos supo querer a pesar de nuestros defectos. 
Pilar

domingo, 19 de agosto de 2012

Basta un minuto


Basta un minuto para cambiar nuestras vidas y  echar al aire el esfuerzo de muchos años. Algunos se esmeran en construir  una imagen que en sesenta segundos  se hace trizas con una palabra que nunca debió salir de nuestros labios, o con una acción que debimos detener a tiempo. Nos preocupamos por el futuro y los planes a largo plazo, cuando en realidad deberíamos concentrarnos en los minutos que se nos van de las manos porque nunca les damos importancia.
Cometemos errores que casi no los percibimos porque ocurren en un minuto, y equivocados seguimos viviendo sin darnos cuenta de que nuestra infelicidad es producto de ese instante  que dejamos pasar.
Mentimos con mucha facilidad que hasta nos creemos la historia que inventamos; en un minuto nos convertimos en actores interpretando un papel que poco a poco nos aleja del camino.  Y cuando no reconocemos la ruta nos preguntamos ¿Dónde estoy?, y casi siempre olvidamos ese minuto donde viramos en dirección contraria.
Agredimos con miradas cuando nos creemos superiores y el resto es poco menos que nada. Basta un minuto para inflar nuestro ego y arrasar con quien se nos plante al frente. Luego olvidamos la mirada porque sin darnos cuenta se hace parte de nuestra vida y de nuestras actitudes.
Ofendemos con frases para desahogar nuestra rabia y no para solucionar los problemas. En un minuto vociferamos cientos de palabras que después decimos no haber dicho, o fingimos que no lo hicimos porque es mejor olvidar a reconocer que nos excedimos.
En un minuto podemos cortar una relación de muchos años sin importarnos el dolor que causamos. Solo importa lo que sentimos, tomamos la ruta más corta para quitarnos la molestia que tenemos encima. Decimos adiós con mucha facilidad para no luchar cuando las cosas se ponen  color de hormiga.
Pedimos perdón cuando tenemos la humildad de reconocer nuestros errores. En un minuto podemos congraciarnos con la persona que amamos, y hasta aceptamos de buena gana las condiciones que a veces nos piden para concedernos la indulgencia.
Podemos encontrar la felicidad en una frase que nunca pasará de moda. En un minuto se puede decir “Te amo” “Te necesito en mi vida” “Eres mi complemento” y cuantas frases que nacen de ese minuto  donde solo sentimos y nos dejamos llevar por el corazón.
Nos podemos dar el lujo de ser felices si aprendemos que los minutos cuentan, y que con cada segundo podemos ser libres y caminar hacia la gloria, o podemos hundirnos en nuestras miserias si desdeñamos esos minutos que van construyendo nuestras vidas.
Un beso
Pilar


miércoles, 8 de agosto de 2012

Promesas que hay que rescatar


Hay promesas que se van quedando en el camino y que olvidamos o preferimos no dar importancia porque es lo que más nos acomoda.
“Te juro que eres el amor de mi vida”, es la frase más gastada en estos tiempos, pero ante el primer problema, muchos suelen lavarse las manos y huir de la relación. Otros llegan más lejos y después de planear una boda llegan hasta el altar y dicen “Sí” a todo lo que el padrecito les pregunta. ¿Juras amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?, aquí debería haber una corrección: “¿Juras amarlo y respetarlo hasta que un abogado los divorcie?, sería lo más correcto y acorde con la realidad.
¿Por qué los matrimonios de nuestros abuelos y de nuestros padres duraban toda una vida? Sobre esta pregunta siempre escuché la misma respuesta de parte de las mujeres. Dicen que  se debía a que antes solo se dedicaban al hogar y dependían económicamente del esposo, y eso las hacía aguantar cualquier situación.
En este punto discrepo con las de mi género porque yo también soy de esta época. Veo, escucho y estoy al tanto de lo que ocurre a mi alrededor, y creo que el hecho de ser económicamente independientes no es razón para no querer luchar por ese amor que un día nos dio ilusión y felicidad. Mi abuela siempre me decía que el éxito de un matrimonio dependía de la mujer y de sus ganas. Y un día entendí sus palabras.
También creo que las mujeres y los hombres no son iguales. Nosotras somos más inteligentes, sin desmerecerlos porque ellos tienen otra esencia y otras habilidades que nosotras no podremos superar. Pero en este punto todo depende de la mujer. De su inteligencia para identificar el problema. Su paciencia para no darse por vencida cuando no ve resultados. Su decisión de seguir adelante a pesar de que el entorne le diga: “Ya es hora de que pienses en ti. Déjalo… ya verás que encontrarás a alguien que sí te merezca”.
En toda esa frase hay algo cierto. PIENSA EN TI MISMA y solo escucha tus pensamientos. Abre tu corazón y ciérrate al ruido del mundo. Si quieres olvidar, olvida, es tu derecho. Nadie más que tú para saber qué es lo mejor para tí. Si quieres perdonar, perdona. Y si quieres seguir amando hazlo con todas las fuerzas de tu ser porque el amor tarde o temprano te recompensará. Es difícil que alguien se ponga en tus zapatos. Solo tú sientes la soledad, el frío de una cama vacía y la falta de ese beso que un día esperabas con ilusión en medio de promesas que el viento se llevó. NO TE DES POR VENCIDA, si aún sientes amor por la persona que comparte tu vida o tus momentos entrégate a ese sentimiento como el primer día. Recuerda que cuanto más oscura está la noche es porque pronto amanecerá. El sol sale todos los días, aun cuando el día esté gris, arriba de las nubes siempre verás el sol, y es la esperanza que no debe morir en nuestros corazones. Recuerda las promesas de amor que ambos se decían, pero no como parte del pasado, sino como parte de ese presente que hoy quieres disfrutar. El amor siempre vale la pena, y cuando das amor solo queda más amor.  
Un beso
Pilar 

martes, 31 de julio de 2012

Al miedo hay que enfrentarlo


“No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque cada día es un comienzo nuevo porque esta es la hora y el mejor momento”  (Mario Benedetti)
Son palabras que un día encontré, no por casualidad, ya que soy una convencida de que nada sucede porque sí, sino con un propósito. Y ese fue mi caso. Me encontraba triste y algo desanimada después de que el editor de Planeta no quisiera recibirme. Yo me preguntaba, ¿Cómo diablos voy a explicarle lo que quiero si no me da una oportunidad?
Entonces leí las palabras de Mario Benedetti y sequé mis lágrimas, me lavé la cara y respiré profundo. Decidí que no me rendiría y que jamás cedería al cansancio, aunque las grandes editoriales siguieran diciéndome que no, aunque después de tocar cada puerta viera todo negro. Fue así que empecé a buscar en otros países la posibilidad de publicar por mis propios medios. Me equivoqué, pero aprendí, y después de mucho caminar encontré lo que buscaba.
“Cuestión de Piel” se vende por Amazon, en ebook  y hoy por fin puedo decir que la gente de mi país  ha respondido a este sueño que acaricié hace años.
Mañana es el día de la presentación oficial y me faltan palabras para agradecer el cariño de todos los que me desearon éxitos. Tengo que confesar que tuve mucho miedo cuando empezó la feria del libro, pero no tuve otra salida que enfrentar mis temores y salir adelante. Fui bendecida con los abrazos y las sonrisas más sinceras y de personas que no conozco. Ellos  tuvieron la generosidad de escucharme y darme una oportunidad. ¡Gracias a todos!, y gracias por ser cómplices de mi gran sueño.
Un beso
Pilar

sábado, 14 de julio de 2012

A media luz


Me encuentro a media luz escuchando las canciones de Carlos Gardel interpretadas por Raphael. Las notas suaves de un bandoneón me llevan a esa época cuando empecé a enamorarme de los tangos.
Tenía 14 años y recuerdo como ayer la noche cuando acompañé a mi abuelo a ver un especial por televisión. Me atrapó sin remedio esa melodía triste y dulzona que encerraban tragedias de amores no correspondidos o amores que se esfumaron en el tiempo. De pronto mis ojos trataban de no perder de vista a una pareja que se atraía con cada movimiento. Entrelazaban las piernas mientras se retaban con la mirada en un juego sensual que  crecía con la fuerza de la melodía.
A partir de esa noche incorporé a mi corto repertorio canciones como “Nostalgia”. Escuchaba a Gardel y sentía su soledad, me creía la angustia y el abandono en que se encontraba cuando interpretaba “Cuesta abajo” y “Volver”
Creo que no hay letras que más se acomoden a la tristeza que las de un tango. Entran de a poco en el alma para arrullar tu dolor. No es masoquismo, es la compañera ideal que clama por ti, que llora por ti y que confiesa… “…si aquella boca mentía el amor que me ofrecía por aquellos ojos brujos yo habría dado siempre más” Palabras que muchas veces no pronunciamos por no perder el poco orgullo que nos queda, pero que un tango lo hace por ti sin frases adornadas.
Quien no ha emborrachado su corazón para olvidar un loco amor mientras recuerda aquel camino que un día los vio pasar. Y solo abandonado a lo triste de su suerte ansioso espera la muerte evocando los besos que a media luz se dieron los dos.
Cierro los ojos y sin querer empiezo a cantar… “Si supieras que aún dentro de mi alma conservo aquel cariño que tuve para ti…” Tomo un sorbo de vino    extrañando el olor del humo de un cigarrillo. La quietud de la noche se ha vuelto cómplice de mis recuerdos. Mi infancia llena de juegos que alimentaron mis sueños y me transformaron en lo que soy. Puedo volar hacia otros mundos, pero siempre me detendré para  volver a ese pasado que a veces lloro y que nunca volverá.
Un abrazo
Pilar

lunes, 9 de julio de 2012

La verdad en una relación de pareja


Hay verdades que se callan, dicen que para no hacer daño. Y empieza el juego de la ruleta donde el que tiene las fichas (en este caso el mentiroso), juega a dos caras. Pasa por una etapa donde se cree dueño de la situación. Se acomoda en su mentira y piensa que no habrá poder sobre la tierra que lo impulse a confesar lo que esconde con tanto recelo. Sabe que está mal lo que hace, tiene ataques de culpabilidad, pero la generosidad que aún habita en él le impide hacer daño a la mujer que dice amar, y entonces se convence de que es mejor no exponer sus miserias y continuar con sus medias verdades.
Sin darse cuenta se enreda en su telaraña hasta encontrarse en un callejón sin salida. Atrapado y maniatado por sus palabras y sus actos. En este punto tiene dos caminos. O deja de ser generoso y confiesa sus mentiras abiertamente, o hace todo lo posible para que lo descubran sin importar las consecuencias.
Pero aquí se presenta otra situación. Hay mujeres que de pronto se ven frente a una realidad que les rompe el esquema de una vida que creían perfecta: el esposo bueno que siempre llega a la hora adecuada, se acuerda de los aniversarios, es tierno y apasionado. El hombre que tenían sobre un pedestal y que de la noche a la mañana les sale con una confesión que les aprieta el corazón.
Mandan todo al diablo y en medio de su dolor tratan de comenzar de nuevo.
Hay otro grupo que hace rato sabe de las andanzas del marido, y se esmeran en tener un ojo cerrado para no acabar con la rutina en la que viven y que las ayuda a llevar la careta del matrimonio feliz.
Descubren mensajes amorosos, mentiras tras mentiras, pero por nada del mundo piensan ceder lo que consideran suyo, y menos a la mujerzuela que quiere acabar con su matrimonio. Hay una guerra entre la intrusa y la que tiene todos los derechos otorgados por Dios y las leyes. Y el hombre se convierte en el trofeo más por ego que por amor.
En muchos casos sale bien librado. Una raya más al tigre le hace más tigre, y vuelve el círculo vicioso de las mentiras.
Queda un grupo reducido que decide dar una segunda oportunidad llevadas por el amor y los años de felicidad que alguna vez compartieron.
Aquí se necesita amor y madurez; y es necesario que quien esté en falta reconozca esta segunda oportunidad. Pero para que esto funcione es necesario que el pasado quede atrás. Vuelta la hoja y no se hable más del asunto. Retomar la relación, pero con el propósito de volver a conocerse para volver a enamorarse. Donde hubo fuego…
Y siempre llego a lo mismo: la decisión de seguir amando. Ante un problema siempre hay dos caras y tú decides si continúas viviendo en el rencor, o decides ser feliz.  
Un beso
Pilar  
   


martes, 3 de julio de 2012

El amor en los tiempos de las redes sociales


Se dice que el amor es siempre el mismo, que podrá cambiar la época y la historia, pero este sentimiento que un día nos pilla por sorpresa nos seguirá cambiando la vida para bien o para mal.
Un día descubrimos que nos late fuerte el corazón y que nuestras horas se hacen más largas cuando no tenemos junto a nosotros al responsable de tanta euforia acumulada. Entonces nos volvemos poetas y nos salen las frases más lindas y cursis que muchas veces no lo repetimos en voz alta.
Las emociones no cambiarán, pero lamentablemente no ha ocurrido lo mismo con la manera de expresarla.
Esta época de las redes sociales, a mi parecer, ha cortado de un tajo la inspiración, el esfuerzo por demostrar nuestro amor, comunicarnos a través de una mirada y lo básico y fundamental… ESCUCHAR QUE NOS DIGAN “TE AMO”
Ahora todo se resuelve a través de una pantalla. Si usáramos los labios en vez de los dedos tal vez las relaciones durarían más tiempo.
Antes los padres renegaban por las cuentas del teléfono, estábamos prendidos de ese aparato hablando por horas, riendo y diciéndonos cosas como: ¿Quién es mi mochita?, yo... ¿Quién es el hombre de mi vida? Yo... ¿Quién me trae loco, loco, loco? Yo…
Escuchábamos una canción mientras nos enamorábamos con palabras tiernas. Ahora se usa el Facebook para dedicar una canción a la persona que aman. Pelean, se reconcilian y los amigos están pendientes si cambian el estado.
Se suscriben a un plan de celular con mayor cantidad de mensajes por mes para comunicarse, y para ahorrar palabras no dicen te amo. Eso cuesta. Mejor se abrevia a “tqm / tkm. Economizan 2 palabras, eso es bastante. Si quieren ser amables y decirle a la persona que aman que se cuide basta poner “cdt” También pueden ahorrar hablando en inglés, cambian el “I love you” por “Ily”
La gente de ahora es más creativa para no enfrentar sus sentimientos cara a cara. Los muchachos sienten vergüenza de ir a la casa de la chica y tener que lidiar con toda la familia. Ya no hay besos bajo el umbral, ni caricias robadas cuando el padre da la espalda. No hay un mínimo esfuerzo por ambas partes en nutrir la relación ya sea con notitas perfumadas (como se estilaba antes), con pequeñas batallas que se ganaba a los padres o con detalles donde siempre se terminaba con una palabra de amor que nos hacía suspirar.
Antes nos pasábamos horas contando lo que me dijo, lo que le dije, lo que me respondió. Ahora le dicen a la amiga. Te copio lo que hablamos. Simple y contundente.
No siempre creí que todo tiempo pasado fue mejor, pero cuando veo de qué forma se atropella la manera de demostrar nuestros sentimientos, no puedo estar más de acuerdo con ese dicho.
¿Es caro comunicarse con la enamorada?, pues anda a buscarla, y en vez de enviarle un beso a través de una pantalla, tómala entre tus brazos y demuéstrale con hechos que la amas. Ella no pondrá una carita roja. Tú verás lo ruborizada que está y lo mucho que le agrada estar así.
Un beso
Pilar