Recuerdo
cuando tenía 16 años, terminaba el
colegio y tenía muchas cosas por hacer. Siempre quise ser escritora, pero mi
padre me convenció que como abogada me iría mejor. Entonces me convertí en una
adolescente con ganas de ser la mejor penalista del país, hasta que mi padre,
que fue mi debilidad, me dijo que yo no estaba para visitar penales, que lo mío
era entrar a la academia de diplomáticos. De repente conocí a un pariente de mi
papá que era diplomático y él me llevó a conocer un poco el mundo al que yo
entraría si aprobaba las materias.
Pasillos
fríos donde solo se escuchaba el eco de mis pisadas. Mujeres serias y bien
peinadas luciendo impecables sastres oscuros.
Por poco me asfixio con tanto almidón circulando por el aire. No me
imaginaba dentro de ese grupo de acartonadas escondiendo mi cabello que apenas
podía peinar, y luciendo trajes grises que no iban con mi personalidad.
Salí
de la escuela sabiendo que jamás podría
ser diplomática, lo mío no era controlar mis palabras. Soy impulsiva y tengo el
alma rebelde.
Pero
luego de ese incidente, empecé a sentirme fuera de lugar en la universidad, y
solo disfrutaba las clases del doctor Chichizola que era un experto penalista.
La
vida me ha llevado por muchas
situaciones de las que hoy he aprendido a sacar lo mejor. Me di cuenta que
nosotros ponemos límites a nuestros sueños,
y que de nosotros depende el postergarlos o cambiarlos por otros.
Después
de muchos años siento que estoy en el
camino correcto. Escribir es mi pasión, el mundo de las letras esconde misterios
e historias que me acompañan en mi soledad, emocionándome por entrar en una
vida paralela de fantasía de donde a veces me cuesta salir.
A veces pienso que terminaré enloqueciendo y
que un día me sentaré a tomar café con todos mis personajes. Aníbal y Cassandra
serán los primeros por ser tan especiales para mí. Con ellos me lancé al ruedo
y aposté a ganador; y ahora sigo en esta aventura que me ilusiona todos los
días porque tengo el papel que siempre quise: el de ser una escritora de
novelas románticas.
“Soñar es solo el principio”