lunes, 27 de agosto de 2012

Prefiero ser romántica


Prefiero ser romántica y creer que mi vida tiene sentido y que nací para cumplir una misión, y no pensar que soy la consecuencia de un acto sexual entre mis padres.
Prefiero ser romántica y dejarme llevar por la suave melodía de una canción mientras recuerdo momentos agradables de mi vida, y no perderme en el sonido estridente de notas sin sentido para no pensar.
Prefiero ser romántica y tomar un café observando la garúa que cae silenciosa, y no fastidiarme porque la llovizna puede estropear mi cepillado.
Prefiero ser romántica y esperar el verano para disfrutar del sol y de la playa, a irritarme con tiempo preguntándome si el calor será tan insoportable como el verano pasado.
Prefiero ser romántica y aprovechar el invierno para acurrucarme con la persona que amo, a estar quejándome por el frío que hace.
Prefiero ser romántica y apreciar una puesta de sol pensando en lo bendecida que soy  de admirar la acuarela perfecta que se forma en el cielo, a pensar que solo es un día más que termina.
Prefiero ser romántica y soñar con el amor, a estar convencida de que es mejor dormir con un perro que nunca me traicionará.
Prefiero ser romántica y entregarle mi corazón a un hombre imperfecto que busque su perfección a mi lado. A quien le inspire cosas bellas y sentimientos que nunca antes sintió.
Prefiero ser romántica y creer que llegaré al ocaso de mi vida feliz de haber amado, a sentirme amargada porque no supe apreciar el amor cuando lo tuve, ni supe valorar su compañía cuando más sola me encontré.
Prefiero ser romántica y asegurar que se puede amar con el corazón, ilusionarse con una mirada y sentir que no hay más vida que aquel momento que pasas junto a la persona que te hace feliz, a repetir que el amor solo trae sufrimiento cuando entregas el corazón.
Prefiero ser romántica y soñar con un beso, a conformarme con ver pasar la vida a través de un escaparate. 
El amor nunca pasará de moda, y cuando uno se decide a amar le dice sí a la vida, sí a la esperanza y sí a ese futuro al que todos soñamos llegar acompañados, felices de haber construido nuestra historia de la mano de alguien que nos supo valorar y nos supo querer a pesar de nuestros defectos. 
Pilar

domingo, 19 de agosto de 2012

Basta un minuto


Basta un minuto para cambiar nuestras vidas y  echar al aire el esfuerzo de muchos años. Algunos se esmeran en construir  una imagen que en sesenta segundos  se hace trizas con una palabra que nunca debió salir de nuestros labios, o con una acción que debimos detener a tiempo. Nos preocupamos por el futuro y los planes a largo plazo, cuando en realidad deberíamos concentrarnos en los minutos que se nos van de las manos porque nunca les damos importancia.
Cometemos errores que casi no los percibimos porque ocurren en un minuto, y equivocados seguimos viviendo sin darnos cuenta de que nuestra infelicidad es producto de ese instante  que dejamos pasar.
Mentimos con mucha facilidad que hasta nos creemos la historia que inventamos; en un minuto nos convertimos en actores interpretando un papel que poco a poco nos aleja del camino.  Y cuando no reconocemos la ruta nos preguntamos ¿Dónde estoy?, y casi siempre olvidamos ese minuto donde viramos en dirección contraria.
Agredimos con miradas cuando nos creemos superiores y el resto es poco menos que nada. Basta un minuto para inflar nuestro ego y arrasar con quien se nos plante al frente. Luego olvidamos la mirada porque sin darnos cuenta se hace parte de nuestra vida y de nuestras actitudes.
Ofendemos con frases para desahogar nuestra rabia y no para solucionar los problemas. En un minuto vociferamos cientos de palabras que después decimos no haber dicho, o fingimos que no lo hicimos porque es mejor olvidar a reconocer que nos excedimos.
En un minuto podemos cortar una relación de muchos años sin importarnos el dolor que causamos. Solo importa lo que sentimos, tomamos la ruta más corta para quitarnos la molestia que tenemos encima. Decimos adiós con mucha facilidad para no luchar cuando las cosas se ponen  color de hormiga.
Pedimos perdón cuando tenemos la humildad de reconocer nuestros errores. En un minuto podemos congraciarnos con la persona que amamos, y hasta aceptamos de buena gana las condiciones que a veces nos piden para concedernos la indulgencia.
Podemos encontrar la felicidad en una frase que nunca pasará de moda. En un minuto se puede decir “Te amo” “Te necesito en mi vida” “Eres mi complemento” y cuantas frases que nacen de ese minuto  donde solo sentimos y nos dejamos llevar por el corazón.
Nos podemos dar el lujo de ser felices si aprendemos que los minutos cuentan, y que con cada segundo podemos ser libres y caminar hacia la gloria, o podemos hundirnos en nuestras miserias si desdeñamos esos minutos que van construyendo nuestras vidas.
Un beso
Pilar


miércoles, 8 de agosto de 2012

Promesas que hay que rescatar


Hay promesas que se van quedando en el camino y que olvidamos o preferimos no dar importancia porque es lo que más nos acomoda.
“Te juro que eres el amor de mi vida”, es la frase más gastada en estos tiempos, pero ante el primer problema, muchos suelen lavarse las manos y huir de la relación. Otros llegan más lejos y después de planear una boda llegan hasta el altar y dicen “Sí” a todo lo que el padrecito les pregunta. ¿Juras amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?, aquí debería haber una corrección: “¿Juras amarlo y respetarlo hasta que un abogado los divorcie?, sería lo más correcto y acorde con la realidad.
¿Por qué los matrimonios de nuestros abuelos y de nuestros padres duraban toda una vida? Sobre esta pregunta siempre escuché la misma respuesta de parte de las mujeres. Dicen que  se debía a que antes solo se dedicaban al hogar y dependían económicamente del esposo, y eso las hacía aguantar cualquier situación.
En este punto discrepo con las de mi género porque yo también soy de esta época. Veo, escucho y estoy al tanto de lo que ocurre a mi alrededor, y creo que el hecho de ser económicamente independientes no es razón para no querer luchar por ese amor que un día nos dio ilusión y felicidad. Mi abuela siempre me decía que el éxito de un matrimonio dependía de la mujer y de sus ganas. Y un día entendí sus palabras.
También creo que las mujeres y los hombres no son iguales. Nosotras somos más inteligentes, sin desmerecerlos porque ellos tienen otra esencia y otras habilidades que nosotras no podremos superar. Pero en este punto todo depende de la mujer. De su inteligencia para identificar el problema. Su paciencia para no darse por vencida cuando no ve resultados. Su decisión de seguir adelante a pesar de que el entorne le diga: “Ya es hora de que pienses en ti. Déjalo… ya verás que encontrarás a alguien que sí te merezca”.
En toda esa frase hay algo cierto. PIENSA EN TI MISMA y solo escucha tus pensamientos. Abre tu corazón y ciérrate al ruido del mundo. Si quieres olvidar, olvida, es tu derecho. Nadie más que tú para saber qué es lo mejor para tí. Si quieres perdonar, perdona. Y si quieres seguir amando hazlo con todas las fuerzas de tu ser porque el amor tarde o temprano te recompensará. Es difícil que alguien se ponga en tus zapatos. Solo tú sientes la soledad, el frío de una cama vacía y la falta de ese beso que un día esperabas con ilusión en medio de promesas que el viento se llevó. NO TE DES POR VENCIDA, si aún sientes amor por la persona que comparte tu vida o tus momentos entrégate a ese sentimiento como el primer día. Recuerda que cuanto más oscura está la noche es porque pronto amanecerá. El sol sale todos los días, aun cuando el día esté gris, arriba de las nubes siempre verás el sol, y es la esperanza que no debe morir en nuestros corazones. Recuerda las promesas de amor que ambos se decían, pero no como parte del pasado, sino como parte de ese presente que hoy quieres disfrutar. El amor siempre vale la pena, y cuando das amor solo queda más amor.  
Un beso
Pilar