domingo, 22 de diciembre de 2013

El destino y la vida


Desde hace un tiempo me hago la misma pregunta: ¿Nuestro destino está trazado? ¿Es que venimos a este mundo para cumplir con un cronograma que nos dieron al momento de nacer? ¿Somos unas simples marionetas que caminamos directamente hacia un final determinado?
Es un tema que siempre arranca polémica entre la gente que se cuestiona sobre este punto. De ser cierta esta hipótesis, ¿dónde quedarían nuestras decisiones?
¿Sufrimos porque así está estipulado? ¿Es un Karma? ¿Algo que debemos pagar?
Algunas veces escuché decir: “A esa tipa todo le sale bien… tiene buen trabajo, y para colmo es feliz, ha encontrado al  hombre perfecto”
Parece que en ese comentario se desliza  un poco de envidia porque nos gustaría tener la suerte de esa bendita mujer. Entonces muchas se hacen la pregunta: ¿Y por qué no me sucede eso a mí? Soy buena, no le deseo mal a nadie y, sin embargo, sufro como una condenada. El hombre que escogí apenas me mira, ya he perdido la ilusión y no sé cómo cambiar mi destino.
Y entonces unas recurren a baños de florecimiento, otras van para que les echen las cartas, y nunca falta alguien que le prende una velita a San Judas Tadeo para que le haga el milagro de cambiarle la suerte.
Es cierto que cuando me ocurre algo, ya sea bueno o malo me pregunto si estaba dentro de mi destino. No es algo que yo me pueda responder, pero dentro de todo procuro disfrutar de cada parada que voy haciendo en el camino. Durante este año que ya termina tuve muchas experiencias, buenas y malas. Conocí a mucha gente linda con un corazón enorme: Elena y Cris, dos mexicanas maravillosas que me han brindado su amistad. También fui confiada y resulta que me embaucaron por no haber firmado un contrato.  Aprendí mucho de las relaciones interpersonales y hoy puedo decir que entiendo mejor a la gente que me rodea.
En cuanto a mis sueños no sé si está escrito que realizaré todo lo que deseo, pero les aseguro que pondré todo el corazón para que eso suceda. Quiero escribir para el mundo y que todos disfruten de mis historias que dejan de ser mías cuando ustedes las leen y las sienten.
No sé si mi destino está escrito en la palma de mi mano, si sucederá lo que Zaira, la gitana, me predijo, solo sé que tengo el alma rebelde y que no me conformo con algo que no me gusta. Siempre lucharé por ser feliz y por seguir esa estrella que encierra mis sueños.
Pilar Cueto
“Siempre se puede soñar”