lunes, 9 de julio de 2012

La verdad en una relación de pareja


Hay verdades que se callan, dicen que para no hacer daño. Y empieza el juego de la ruleta donde el que tiene las fichas (en este caso el mentiroso), juega a dos caras. Pasa por una etapa donde se cree dueño de la situación. Se acomoda en su mentira y piensa que no habrá poder sobre la tierra que lo impulse a confesar lo que esconde con tanto recelo. Sabe que está mal lo que hace, tiene ataques de culpabilidad, pero la generosidad que aún habita en él le impide hacer daño a la mujer que dice amar, y entonces se convence de que es mejor no exponer sus miserias y continuar con sus medias verdades.
Sin darse cuenta se enreda en su telaraña hasta encontrarse en un callejón sin salida. Atrapado y maniatado por sus palabras y sus actos. En este punto tiene dos caminos. O deja de ser generoso y confiesa sus mentiras abiertamente, o hace todo lo posible para que lo descubran sin importar las consecuencias.
Pero aquí se presenta otra situación. Hay mujeres que de pronto se ven frente a una realidad que les rompe el esquema de una vida que creían perfecta: el esposo bueno que siempre llega a la hora adecuada, se acuerda de los aniversarios, es tierno y apasionado. El hombre que tenían sobre un pedestal y que de la noche a la mañana les sale con una confesión que les aprieta el corazón.
Mandan todo al diablo y en medio de su dolor tratan de comenzar de nuevo.
Hay otro grupo que hace rato sabe de las andanzas del marido, y se esmeran en tener un ojo cerrado para no acabar con la rutina en la que viven y que las ayuda a llevar la careta del matrimonio feliz.
Descubren mensajes amorosos, mentiras tras mentiras, pero por nada del mundo piensan ceder lo que consideran suyo, y menos a la mujerzuela que quiere acabar con su matrimonio. Hay una guerra entre la intrusa y la que tiene todos los derechos otorgados por Dios y las leyes. Y el hombre se convierte en el trofeo más por ego que por amor.
En muchos casos sale bien librado. Una raya más al tigre le hace más tigre, y vuelve el círculo vicioso de las mentiras.
Queda un grupo reducido que decide dar una segunda oportunidad llevadas por el amor y los años de felicidad que alguna vez compartieron.
Aquí se necesita amor y madurez; y es necesario que quien esté en falta reconozca esta segunda oportunidad. Pero para que esto funcione es necesario que el pasado quede atrás. Vuelta la hoja y no se hable más del asunto. Retomar la relación, pero con el propósito de volver a conocerse para volver a enamorarse. Donde hubo fuego…
Y siempre llego a lo mismo: la decisión de seguir amando. Ante un problema siempre hay dos caras y tú decides si continúas viviendo en el rencor, o decides ser feliz.  
Un beso
Pilar  
   


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