¿Qué
es lo que realmente importa en la vida?
Es una pregunta que varía de acuerdo a
nuestro pasado, al presente y lo que esperamos conseguir en el futuro. También
depende de la profesión que tengamos para priorizar ciertas cosas.
Probablemente un político pensará (porque
jamás será tan torpe como para decirlo en voz alta) que lo único que le importa
es el poder. Otros que han padecido
hambre tal vez piensen que es fundamental trabajar muy duro para asegurar la
comida de su familia. Los que han sufrido alguna enfermedad afirmarán que no
hay nada más importante que tener salud. La artista que sueña con alcanzar la
fama tal vez viva pensando en ese papel que cambiará la historia de su vida.
Lo cierto es que cada uno tiene prioridades
que monopolizan nuestro tiempo y nos
convierte en esclavos de nuestros deseos.
Un día amanecemos y apenas tenemos tiempo de
tomar un café. Almorzamos a la volada tal vez junto a nuestra computadora. Caminamos
por la calle con la vista en el celular y sin dejar de mover los pulgares. Usamos
audífonos que nos aísla del mundo y nos aturde con la música que continuamente
llega a nuestro cerebro.
Unos dirán que es la tecnología la que nos
está cambiando, otros que las exigencias de la vida son cada vez más fuertes y
que no debemos parar el ritmo. Siempre habrá una excusa o a quién echarle la
culpa de nuestros actos, pero jamás nos miraremos y diremos frente al espejo: “Me
declaro culpable”
Culpable por permitir que los correos de la
oficina invadan mi privacidad después de la hora del trabajo.
Culpable por competir con el tiempo tratando de abarcar más
de una actividad.
Culpable por usar los mensajes cuando es
mejor escuchar la voz ya sea de tu amiga o tu enamorado.
Culpable por creer que siempre habrá tiempo
para rectificar nuestros errores cuando tal vez estemos viviendo los últimos
minutos de nuestra vida.
No estamos en medio de una carrera donde lo
único que importa es ganar a costa de lo que sea, vivamos a plenitud cada día. Disfrutemos de los
abrazos, de ese contacto que te hace sentir que no estamos solos. Paremos un
momento para disfrutar de una comida en compañía de los amigos dejando a un
lado el celular. Prioricemos nuestros objetivos, y pasemos por esta vida
intentando ser felices con pequeñas
cosas que jamás encontrarán en los supermercados.
Es cierto que hay que luchar por nuestros
sueños, pero también es cierto que hay que darle el justo valor sin olvidar a
las personas que nos aman y que esperan de nosotros una respuesta de amor. No
es justo que solo escuchen nuestras quejas o sobre lo mal que nos fue durante
el día. Hay que hacer una tregua con nosotros mismos para darnos por completo a quienes realmente
nos aman y que siempre estarán a nuestro lado.
A ellos nos debemos, pero sino empezamos a
liberarnos de nuestras cadenas jamás nos daremos por completo a
alguien.
Pilar
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