¿Qué
hago?, ya no siento alegría por la vida. Siempre soñé con el amor y cuando
pensé que lo había encontrado no dudé en gritarlo a todo el mundo. Me sentía
diferente, esperaba sus besos y extrañaba su voz. Por primera vez experimenté
la dicha de sentirme querida, y cuando
me abrazaba creía que había nacido para estar entre sus brazos. Y hoy después
de tanto tiempo pienso que nunca debí casarme, el matrimonio es la tumba del
amor. Él cambió o ¿fui yo?, no lo sé. Lo cierto es que una mañana desperté
sintiéndome vacía. Él se había acomodado a una vida donde yo no participaba, y
descubrí que ya no esperaba sus besos y tampoco extrañaba su voz.
Leí
tu novela, Pilar, me dijo Sandra en una de las noches más frías de mi
permanencia en Arequipa. Había poca gente en la feria del libro, y Sandra había
regresado con muchas ganas de hablar. Te confieso que me enamoré de Aníbal. ¿Es
que estoy loca?, me preguntó, y yo no
supe qué decir, creo ni hacía falta que dijera algo porque ella respondía por mí.
Quiero un hombre que me mire como él, que me bese como él y que me haga el amor
hasta el cansancio. Que me diga las frases más dulces hasta arrancarme
suspiros. ¿Piensas que estoy loca?, volvió a preguntarme, pero Sandra no esperó
mi respuesta. Quiero amar y que mi corazón se hinche de emoción. ¿Eso es malo?,
me preguntó, y solo atiné a negar con la cabeza. Duermo con un hombre que se
ha vuelto un extraño. Me lastima con sus palabras y su mirada. Mi amor se ha
convertido en temor y me duele ya no amarlo. Mi alma empieza a secarse, Pilar…
y no quiero morir.
Sandra
se desahogaba en medio de la música de la película “Historia de amor”, y yo
pensé que la escena no podía ser más perfecta. El frío de la noche, la soledad
de un pasadizo y la melodía que acompañaba el sufrimiento de la protagonista.
Sus ojos brillaban, pero no alcanzó a derramar lágrimas. Su voz temblaba así
como sus manos cuando de rato en rato me cogía del brazo.
Voy
a confesarte algo, me dijo. Desde hace dos días duermo con Aníbal. Hablo con él
y hasta creo que en algún momento lo veré. ¿Crees que estoy loca?, repitió casi
con desesperación. Mi esposo siempre lo dice y ya estoy cansada de que me grite
lo mismo todos los días. Pero, ¿sabes?, ahora no me importa. Aníbal está conmigo,
gracias por traerlo a través de tu novela. Él es el hombre de mis sueños. Sus
besos deben ser perfectos, así como sus caricias. Desde la otra noche es mi
compañero inseparable. A él le he contado mis penas y me escucha en silencio.
¡Ay, Pilar!, ¿Qué pasa conmigo?, compré la novela inducida por el título. “Cuestión
de Piel”, me sonaba a pasión y yo necesitaba nutrirme de esa emoción.
¡Dios,
ahí está mi esposo!, dijo de repente, poniendo expresión de asustada. Entonces
volteé y vi a un hombre alto acercándose a nosotras con pasos fuertes. ¿Qué haces aquí?, preguntó Sandra algo
molesta, aunque a mi parecer era una pose para disimular su miedo. Le dijiste a
tu madre que estarías aquí y desde hace rato te estoy buscando, contestó él. Es
que vine a hablar con Pilar, ¿sabías que escribió la novela que estuve leyendo
la otra noche? ¿Cómo está?, me dijo educado. Yo respondí al saludo consciente
de que a él poco le importaba quién era yo. Entonces
Sandra se despidió y la vi alejarse sintiendo mucha pena.
De
repente volví a reparar en la melodía tristona que se escuchaba y pensé que era
la ideal para acompañar su partida.
Sandra
regresaba a una vida donde no era feliz. A veces necesitamos de fantasías para
sobrellevar los días en los que actuamos como carceleros de nuestro destino. Algunas
hacen realidad su necesidad buscando a un hombre de carne y hueso que las haga
sentir deseadas y amadas. Otras como Sandra se inventan una quimera donde son las únicas en la historia. Ahí no hay dolor,
ni celos, ni desconfianza; simplemente es la reina a quien el príncipe de sus
sueños adora por encima de todo. Y Aníbal es la ilusión que Sandra necesita
para desahogar su soledad, el eslabón con ese mundo que le permite escapar de
unos días tediosos y oscuros en donde no espera nada porque ya no hay amor en
su corazón, solo resignación y desesperanza. Aníbal es el hombre que ella
guiará de acuerdo a sus necesidades. Un día hará el amor con él y vivirá
atrapada en ese sueño hasta que su realidad cambie o termine acostumbrándose a
esa mentira. ¿Creen que está loca?, claro que no. Su corazón busca amor y esa
es la forma de encontrarlo. Nadie puede vivir con el corazón vacío, siempre
necesitamos de esa llama que nos enciende y nos hace invencibles; ese sentimiento
que saca siempre lo mejor de nosotros y nos prepara para la vida. Sin amor no
somos nada, tal vez un alma en pena que gime en silencio tratando de ocultar su
desdicha.
Pilar
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