Leí
tu novela, Pilar, me dijo Sandra en una de las noches más frías de mi
permanencia en Arequipa. Había poca gente en la feria del libro, y Sandra había
regresado con muchas ganas de hablar. Te confieso que me enamoré de Aníbal. ¿Es
que estoy loca?, me preguntó, y yo no
supe qué decir, creo ni hacía falta que dijera algo porque ella respondía por mí.
Quiero un hombre que me mire como él, que me bese como él y que me haga el amor
hasta el cansancio. Que me diga las frases más dulces hasta arrancarme
suspiros. ¿Piensas que estoy loca?, volvió a preguntarme, pero Sandra no esperó
mi respuesta. Quiero amar y que mi corazón se hinche de emoción. ¿Eso es malo?,
me preguntó, y solo atiné a negar con la cabeza. Duermo con un hombre que se
ha vuelto un extraño. Me lastima con sus palabras y su mirada. Mi amor se ha
convertido en temor y me duele ya no amarlo. Mi alma empieza a secarse, Pilar…
y no quiero morir.
Sandra
se desahogaba en medio de la música de la película “Historia de amor”, y yo
pensé que la escena no podía ser más perfecta. El frío de la noche, la soledad
de un pasadizo y la melodía que acompañaba el sufrimiento de la protagonista.
Sus ojos brillaban, pero no alcanzó a derramar lágrimas. Su voz temblaba así
como sus manos cuando de rato en rato me cogía del brazo.
Voy
a confesarte algo, me dijo. Desde hace dos días duermo con Aníbal. Hablo con él
y hasta creo que en algún momento lo veré. ¿Crees que estoy loca?, repitió casi
con desesperación. Mi esposo siempre lo dice y ya estoy cansada de que me grite
lo mismo todos los días. Pero, ¿sabes?, ahora no me importa. Aníbal está conmigo,
gracias por traerlo a través de tu novela. Él es el hombre de mis sueños. Sus
besos deben ser perfectos, así como sus caricias. Desde la otra noche es mi
compañero inseparable. A él le he contado mis penas y me escucha en silencio.
¡Ay, Pilar!, ¿Qué pasa conmigo?, compré la novela inducida por el título. “Cuestión
de Piel”, me sonaba a pasión y yo necesitaba nutrirme de esa emoción.
¡Dios,
ahí está mi esposo!, dijo de repente, poniendo expresión de asustada. Entonces
volteé y vi a un hombre alto acercándose a nosotras con pasos fuertes. ¿Qué haces aquí?, preguntó Sandra algo
molesta, aunque a mi parecer era una pose para disimular su miedo. Le dijiste a
tu madre que estarías aquí y desde hace rato te estoy buscando, contestó él. Es
que vine a hablar con Pilar, ¿sabías que escribió la novela que estuve leyendo
la otra noche? ¿Cómo está?, me dijo educado. Yo respondí al saludo consciente
de que a él poco le importaba quién era yo. Entonces
Sandra se despidió y la vi alejarse sintiendo mucha pena.
De
repente volví a reparar en la melodía tristona que se escuchaba y pensé que era
la ideal para acompañar su partida.
Sandra
regresaba a una vida donde no era feliz. A veces necesitamos de fantasías para
sobrellevar los días en los que actuamos como carceleros de nuestro destino. Algunas
hacen realidad su necesidad buscando a un hombre de carne y hueso que las haga
sentir deseadas y amadas. Otras como Sandra se inventan una quimera donde son las únicas en la historia. Ahí no hay dolor,
ni celos, ni desconfianza; simplemente es la reina a quien el príncipe de sus
sueños adora por encima de todo. Y Aníbal es la ilusión que Sandra necesita
para desahogar su soledad, el eslabón con ese mundo que le permite escapar de
unos días tediosos y oscuros en donde no espera nada porque ya no hay amor en
su corazón, solo resignación y desesperanza. Aníbal es el hombre que ella
guiará de acuerdo a sus necesidades. Un día hará el amor con él y vivirá
atrapada en ese sueño hasta que su realidad cambie o termine acostumbrándose a
esa mentira. ¿Creen que está loca?, claro que no. Su corazón busca amor y esa
es la forma de encontrarlo. Nadie puede vivir con el corazón vacío, siempre
necesitamos de esa llama que nos enciende y nos hace invencibles; ese sentimiento
que saca siempre lo mejor de nosotros y nos prepara para la vida. Sin amor no
somos nada, tal vez un alma en pena que gime en silencio tratando de ocultar su
desdicha.
Pilar
No hay comentarios:
Publicar un comentario