viernes, 3 de febrero de 2017

Te quiero...

Te quiero sin condición, más allá de mi razón que se hace polvo cuando pienso en ti.
Cuando sueño contigo…
Cuando escribo para ti…
Cuando te hallo dentro de mis canciones.
Te quiero en tardes como esta, donde te encuentro en el silencio; en la suave quietud que dejan las horas dentro de mi habitación.
La soledad ahora es mi amiga,  a ella le hablo de ti, de lo poco y nada que sé de tu vida. Ella me escucha, y me abraza mientras la oscuridad se va asentando en las paredes; en cada objeto que forma parte de este escenario en donde brilla la melancolía.
Te quiero porque estoy segura que nací para encontrarte, para vivir ese instante que sigue vivo dentro de mí.
Tan sublime…
Tan efímero que duró menos que un respiro, pero que dejó un estela de fuego…
De ilusión…
De fantasía que ha dado chispa a mi vida.
Te quiero porque ya no está en mí el dejar de quererte,
porque ya no puedo renunciar a este amor que nació con tu mirada, y que me fue atrapando bajo el misterio de tus ojos verdes.
Yo solo quería quererte…
Yo solo quería acompañarte…
Yo solo quería ser otra alegría en tu vida, pero ahora soy como la ola que regresa al mar, sin fuerza y perdida.
Te quiero aunque seas la sombra que apenas asoma,
aunque me obligues a dar marcha atrás,
aunque   seas el rayo que ha partido en dos mi corazón,
aunque tus pasos no quieran encontrar mis pasos,
aunque tu silencio sea la daga que me ha dejado sin respiración.
No me destierres a vivir sin amor, a caminar sobre espinas cuando puedo volar hacia las estrellas junto a ti.
Te quiero, así de simple es mi verdad, y así de grande es este amor que no pudiste corresponder,  y que seguirá flotando en el aire, y que seguirá hablándome de ti.
En los veranos...
En los inviernos...
... Y en las noches largas cuando no puedo dormir.
Pilar
“Soñar es solo el principio”

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario