Habitación
405
"Hay besos fríos, desabridos, indiferentes; besos
dulces que te acarician el corazón. Tiernos que te acompañan durante el día.
Están los que te quitan el aliento por lo apasionados y salvajes, pero los
besos de Joaquín…
¡Ay Dios!, esos ponen fuego en mi
sangre.
Me tientan con un simple roce, me
seducen mientras cubren mis labios. Su lengua es poesía acariciando mi boca en
un baile sensual que despierta mi deseo.
Cómo no estar loca
por él, si sus besos me hacen estallar por dentro"
El
placer de los sentidos
Capítulo
1
N
|
o puedo creer que la del espejo sea yo.
Me levanté al baño como todas las mañanas y por manía me miro cara, pero esta
vez me sorprendo al ver a una extraña.
Mis ojos brillan; y
mi rostro tiene la apariencia de una ciruela madura con motas coloradas en mis
mejillas. Sonrío mientras recuerdo lo que pasó.
¿Dónde estuve todo
este tiempo?
Qué importa… si los
besos de Joaquín me han regresado a la vida.
—Quiero besarte —me
dijo, y con delicadeza cubrió mis labios.
No estaba preparada
para la descarga que sentí por todo el cuerpo, ni para su lengua que sondeó mi
boca con aparente timidez, provocándome que la abriera a una exploración más
persuasiva y seductora que terminó excitándome.
Me sentí agitada,
temblorosa, con ganas de más… pero por miedo me aparté, a pesar de
querer que no parara.
—¿Qué pasa? —preguntó—, ¿no
te gusta?
—Sí, pero mira dónde
estamos…—susurré, bajando la mirada avergonzada.
Joaquín miró
alrededor, y pareció no importarle la gente que conversaba en el
bar mientras Mick Jagger interpretaba “Angie”, poniendo un
toque dramático al final de esa historia de amor.
Él miraba con
indiferencia y mis ojos no dejaban de observarlo. ¡Qué guapo es!, pensé,
reparando en sus rasgos que acentúan sus líneas de expresión,
reflejando a un hombre cuajado que ha vivido y experimentado a plenitud. ¿Y
cómo no?, si sus besos son una muestra de un pasado intenso que ha volcado
sobre mí, sensibilizando mis terminales nerviosas que estaban sensibles al
deseo.
Volvió la mirada y me
perdí en sus ojos verdes, entonces reparé que apenas sabía de él,
pero era cierto que me miraba como
si estuviese encantado conmigo.
¿Hace cuánto que no
siento eso?
No soy una historia
nueva, soy una de las millones de mujeres que en algún momento se resignan a
vivir de migajas cuando podemos tomar todo de la vida.
Y recién ahora lo
vengo a entender…
Por fin soy libre
para fijarme en cualquiera, aunque Joaquín no entra dentro de esa definición.
No es un tipo del montón…
¿Tuve
suerte al conocerlo por el Tinder?
Hola, Andrea, me dio
gusto encontrarte por estos lares.
Fue su mensaje
después que Gina le diera “like” a su foto. Ella está harta de verme
sola, piensa que desperdicio mi vida sufriendo por un tipo que nunca valió la
pena. En eso tiene razón, Manuel es un fanfarrón que vive de apariencias, pero
es un tema que ahora no importa. Para qué pensar en cómo viví si ahora tengo
una vida nueva, me acaban de ascender al área de procesos y
fue así que empezó esta historia, escribiendo dentro del wasap de mi grupo de
amigas.
Chicas, quiero festejar… ¿alguien quiere reunirse y
compramos algunas cervezas?
Se apuntaron cuatro,
y con tres six- pack y algunas botanas fueron suficientes para amenizar la
noche. No importó que nos congeláramos en la azotea del departamento de Gina,
si estábamos entretenidas con la conversación.
Silvia y su eterno
amor, Sasha; un ruso que hace años dejó el país y que aún
no ha podido olvidar. Vane y el señor Montero, como llama a su ex esposo, a
quien pronto volverá a ver cuando regrese a Estados Unidos, dice que ya
no siente nada por él, pero aún recuerda lo bien que la pasaban en los
distintos lugares de la casa donde vivían. Pero lo que nos hizo la noche es
digno de Ripley: Aly y los servicios que le presta a Javier, con
quien estuvo casada hasta hace poco. Ahora se encarga de hacer los papeleos que
él necesita para su próximo matrimonio con una de las mujeres con la que le fue
infiel.
Las peleas quedaron
atrás, ellos tienen tan buena relación que no solo almuerzan juntos en el
departamento de él, sino que Javier buscó el consejo de Aly para comprar el
anillo de compromiso que le dará a la nueva señora Velazco, que por cierto
ignora estos entretelones por andar metida en el trabajo. Pero como siempre
terminan comentando lo vacía que es mi vida, volvieron a la carga para
animarme a buscar pareja.
—No estoy desesperada —respondí—,
lo último que quiero es enredarme con alguien.
No estoy lista para
empezar una relación, Manuel me hizo daño con sus mentiras y es
imposible que no sienta desconfianza.
—Dame tu
celular —dijo Gina, agarrando el aparato que estaba sobre la mesa.
—¿Para qué lo
quieres? —pregunté intrigada.
—¿Cuál es tu clave?
—No vayas a llamar de
mi celular —dije, poniéndome en alerta.
Como estaban en
plan de joda no quería que hicieran alguna payasada a través de mi
número.
—No voy a hacer eso…
voy a bajarte un programa.
—¿Me vas a instalar
Candy Crush?—pregunté sonriendo, recordando que Gina es adicta a ese juego.
—Voy a hacer algo
mejor, voy a instalarte el Tinder —respondió divertida.
—¿Y qué es eso?
Me sentí tonta, torpe
y fuera de onda cuando Gina me explicó que es una plataforma para
conocer gente y ligar desde tu casa.
—Estás loca si
piensas que voy a salir con un tipo que no conozco —comenté mientras ella
creaba mi perfil.
—¿Qué edad quieres
que te ponga? —me preguntó, sin hacer caso a mis palabras.
—Ponle 35 —dijo
Silvia, divertida con la situación.
—Nada de ponerme otra
edad. ¡Tengo 40! —respondí, ya sin ganas de negarme a que me inscribieran; había
tomado tres cervezas y podía aceptar cualquier estupidez. Estaba
feliz, y eso era lo importante.
Siempre esperé que me
ascendieran, soñé ser jefa desde que entré al corporativo como asistenta de
planeamiento comercial, y me sentía realizada con el nuevo cargo. No solo
representaba otro paso en mi carrera, sino más ingresos y más
ahorros que me ayudarían a comprar el departamento de mis sueños,
así que tenía muchas razones para celebrar.
—Qué desabrida,
deberías ponerte menos y buscar tipos de 35 —me aconsejó Vane—. ¿Te
acuerdas de Fredy?, él tenía 32.
—¿Y te cuerdas que no
tenían tema de conversación? —comenté, recordando al tipo musculoso que
conoció en el gimnasio. El que luego terminó manejando su auto y cargando las
bolsas del súper hasta que ella se cansó.
Y es que el sexo no
es lo más importante, y mi amiga lo entendió después de un año de pagar los
hoteles adónde iban a saciar sus ganas.
—También me acuerdo
lo apasionado que era —dijo Vane mientras apretaba un cojín sobre su
pecho, tal vez imaginando que era el cuerpo de ese bueno para nada al que un
día conocí—. No saben cómo me hacía sentir…—agregó nostálgica.
—¡Listo! —exclamó
Gina, interrumpiendo el suspiro de Vane que estaba a punto de seguir con los
detalles de lo buen amante que siempre fue Fredy.
—Ahora te enseñaré a
usarlo—agregó entusiasmada con el nuevo juguete que ponía en mis manos.
No presté mucha
atención a sus indicaciones porque tenía planeado desinstalar la
aplicación cuando me fuera a casa, no me hacía gracia estar en vitrina para que
le dieran “like” a mi fotografía. Tampoco quería arriesgarme a que alguno del corporativo me encontrara en bandeja
exponiéndome al mejor postor. Y ahora que era jefa debía cuidar más que nunca
mi imagen y mi reputación de mujer seria y responsable. Y no es nada responsable
andar ligando con gente que no se conoce.
—Nadie dice que
debas salir con ellos, pero te puedes entretener conversando —dijo Gina
mientras destapaba una cerveza—… y no olvides que una de las reglas
es no decir tu apellido —continuó, empecinada en darme las pautas para que
no cometiera ninguna tontería.
Soy ingeniera y llevo
ejerciendo algunos años, soy eficiente en mi trabajo, pero en cuanto
a relaciones personales soy un cero a la izquierda.
Nunca tuve tiempo
para las juergas, estaba preocupada por ser la mejor de la facultad hasta que
conocí a Manuel, entonces mi mundo se redujo a él y en llevar
adelante la carrera que recién empezaba. Si no fuera por mis amigas del colegio
no tendría con quien divertirme. Son mi refugio, la amistad, el compañerismo
y a veces las malas juntas.
—No des pistas para
que te encuentren, aquí la que tiene el control eres tú —añadió Gina
mientras le daba “like” a las fotos de los hombres que aparecían en el Tinder.
A mí no me importó, yo estaba entretenida escuchando la última propuesta de
Javier.
—El pobre no tiene
tiempo —comentó Aly en tono de buena gente que me provocó asfixiarla—,
quiere que le busque el catering para que organice la fiesta de su matrimonio.
—¿Estás bromeando?
—exclamé molesta—. ¿No te basta con haber escogido el anillo de la fulana?
No creo que seas buena, Aly, ¡eres una tarada! —agregué sacada de onda.
Yo apoyo las buenas
relaciones con el ex, los buenos modales y hasta las charlas de café para hacer
catarsis sobre lo que no funcionó, pero mi amiga está mal de la cabeza.
—Ay, Andrea, qué
tiene… lo que Javier me hizo ya lo olvidé. Tenemos dos hijos y…
—Y no me digas que lo
haces por ellos.
—En realidad, no,
pero si él necesita mi ayuda no me puedo negar.
—Espero que no se
entere su mujer—agregué con sarcasmo.
—Ella anda tan
ocupada que no pregunta quién deja la comida en los tapers de su refrigeradora —respondió
Aly sonriente.
—Cuéntame más
sobre ti —dijo Joaquín, mientras tomaba un sorbo de vino sin quitarme los
ojos de encima.
—Acaban de nombrarme
jefa en el área de diseño y mejoras de procesos —respondí orgullosa.
—¿Y te gusta lo
que haces? —preguntó, mirándome por encima de la copa.
—Siempre es un reto
aprovechar los recursos para generar más dinero.
Joaquín me escuchaba
mientras le daba detalles sobre mi trabajo en el corporativo. De rato en rato
preguntaba y hacía comentarios muy acertados sobre
administración, estrategia empresarial e indicadores de
resultados, dejándome sorprendida por sus conocimientos y más fascinada de
estar con él.
—No sabes cómo te
brillan los ojos —dijo, acercándose a mí—, se nota que amas lo que
haces.
Estaba emocionada, no
creo en los amores a primera vista, solo estaba afectada por su encanto y ese
aire seductor que le sale natural, pero cuando puso una mano sobre mi hombro
empecé a perder la calma. Mi respiración se alteró y sin querer miré sus labios
mientras sentía una tormenta entre mis piernas tensando mis muslos, y
sensibilizando el lugar donde se concentra mi deseo. Palpitaba, quemaba; y era
consciente de la suave punzada que iba calentando mis entrañas. Era deseo puro
colándose bajo mi piel, anticipándose al placer de volver a sentir sus
labios en un beso que quería con desesperación.
¿Qué pasaba conmigo?
De pronto enloquecí
ante mi deseo. Solo quería su boca, su lengua fisgoneando y atizando mi pasión.
Respiraba agitada, esforzándome por estar tranquila cuando por dentro era un
volcán a punto de explotar.
—Eres encantadora —dijo,
mirándome fijamente—, felizmente te encontré.
No respondí, pero
estaba feliz de estar con él y sentir que lo conocía de siempre.
Joaquín es un tipo
educado que sabe manejar una conversación, y se mueve con la
confianza de quién está acostumbrado a tratar con una mujer. Tal vez
yo era una de las tantas citas que tiene a través del Tinder, pero para
mí es especial. Es el primer
hombre con el que tengo una cita después de Manuel, aunque en los últimos años
solo nos escapábamos al cine de vez en cuando.
Joaquín es un soplo
de aire fresco, un cambio a la rutina de
siempre. Es un hombre que me provoca sensaciones
desde el primer momento en que lo vi. Desde que subí a su auto y me preguntó si
quería tomar café o una copa de vino. Pensé que iríamos a una
cafetería, pero después de verlo me di cuenta que no es hombre para
mirar entre aromas de cafés y sándwiches calientes. A Joaquín hay que
observarlo sin prisa en medio de una cálida conversación con sabor a uva, es la
compañía perfecta para disfrutar de un buen vino o de una copa de champán
mientras te pierdes en su mirada provocadora y sensual. Y estaba a
su lado llenándome con sus ojos que brillaban mientras me observaba. Su mano
seguía sobre mi hombro y era consciente de su contacto. Un ligero temblor me
sacudió el cuerpo cuando vi que se acercaba a mi rostro, entonces me olvidé de
la gente para entregarme a su beso cargado de pasión. Ya no seducía, la
boca de Joaquín arremetía y exigía una respuesta que le entregué sin dudar,
mientras su lengua palpaba la mía con deseo. Una punzada de sensaciones bajó
desde el centro de mi estómago hasta la parte baja de mi cintura. La sangre me
fluía apresurada mientras por instinto me pegué a él. La cabeza me
daba vueltas por el placer que aceleraba mi corazón.
Levanté las manos y acaricié
su barba, Joaquín me apretó contra su pecho. Seguimos besándonos,
acariciándonos con la lengua en un juego que me humedecía
cada vez más. Tomó mi mano y la llevó bajo la mesa,
apretándola contra su erección mientras yo seguía en la
hoguera de su boca, abandonada a los deseos de mi cuerpo que reclamaba más y
más.
Me excitaba su
dureza; me embriagaba su pasión que palpitaba bajo la tela de su pantalón, que
a duras penas contenía su fuerza. Gemía despacio mientras Joaquín me besaba por
el cuello, en mis mejillas… para volver a mi boca que reclamaba la
suya con angustia.
Nunca sentí tanto
placer…
Nunca me besaron así…
… Quería que me
hiciera suya a la vista de todos para que vieran cómo me deseaba. Pero seguimos
besándonos mientras ardía la pasión bajo la mesa, sin imaginar que
el incendio apenas comenzaba, y que explotaría en medio de otra canción de los
Rolling Stones.
Capítulo
2
P
|
or un segundo entré en razón y quise
detener tanta locura, pero Joaquín volvió a tomar mi mano para dejarla sobre su
miembro que ahora respiraba aliviado de tanta presión.
¿En qué momento bajó
el cierre de su pantalón?
De repente lo tenía
en medio de mi palma apretándolo suavemente mientras deslizaba la mano de
arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, en un rítmico movimiento que lo puso
más firme y más tenso de puro deseo.
—¿Puedo retirar la
fuente?
Por instinto moví la
mano mientras me apartaba de Joaquín, pero él evitó que la sacara apretándola
más fuerte contra su sexo.
Miré al mozo
preguntándome si se habría dado cuenta lo que pasaba bajo la mesa, pero él
parecía impávido y ajeno a mis ganas que aceleraba mi respiración.
—Por supuesto —respondió
Joaquín con tanto aplomo que me sorprendió. Le sonreía al mozo mientras yo
seguía temblorosa y con la mano ocupada.
¿Cómo podía estar
tranquilo con semejante situación?
Entonces reparé en su
mirada vidriosa y me di cuenta que todo era pose. Joaquín estaba afectado como
yo, su pecho subía y bajaba pero apenas se notaba bajo la tela de su
camisa a cuadros.
—¿Desean servirse
algo más? —preguntó el mozo con exagerada formalidad.
—Gracias, ya le
avisamos… —agregó Joaquín, pasando el brazo sobre mis hombros.
El mozo se alejó,
llevando la fuente con los restos de algunos piqueos que devoramos en cuanto
llegamos al bar.
Qué pasaría ahora que
volvíamos a estar solos?
No tenía que seguir
con la mano sobre su miembro, nada impedía que recobrara la cordura después de
tanto jaleo. Pero le cogí el gusto al poder que iba sintiendo
mientras volvía a torturarlo con mis caricias suaves y prometedoras, que
Joaquín disfrutaba con los ojos cerrados.
—Lo haces bien,
Preciosa —susurró—, así… me gusta cómo se siente.
La adrenalina fluía
con rapidez por mi cuerpo incitándome a ser más atrevida, pero cuando Joaquín
puso la mano sobre mi rodilla, supe que aquello no terminaría ahí…
Descárgalo en iTunes...
Queda prohibida
cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y
transformación de esta obra sin contar con la autorización de los
titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos
mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad
intelectual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario