porque no hay caretas,
porque no hay límites que detengan mis
pensamientos,
porque mi alma se descarga de tantos
secretos, culpas y sufrimientos. Porque
entre líneas y capítulos voy deshojando algo de mí, voy confesando mis miedos y
los anhelos que guardo dentro del corazón.
Me gusta el silencio porque escucho el eco de
mis latidos recordándome que estoy viva.
Que soy más que piel…
Más que un cuerpo que poco a poco envejece.
Me gusta mirar al cielo y perderme en mis
pensamientos, recordar mis sueños y emocionarme pensando que algún día se harán
realidad.
Me gusta la mujer en la que me he convertido,
la que el tiempo fue esculpiendo con cada desengaño, cada alegría, cada llanto,
cada decepción. Las personas que me dañaron me hicieron un gran favor, me lanzaron al
ruedo, y no tuve otra opción que ser fuerte, porque ese era el único camino
para sobrevivir. Entonces me di cuenta que viví engañada por mucho tiempo: No
era cobarde, y tampoco la mujer frágil que pensaba.
Ahora veo todo con más claridad, y no me
arrepiento de nada.
Estoy sola, con mis ilusiones dentro del
bolsillo y un gran vacío dentro del corazón. Algunos nacieron para disfrutar
del amor, y otros solo para escribir historias románticas.
Mi almohada ya no tiene un duende.
Mis suspiros ya no tienen un nombre.
Mis caricias se han congelado entre las yemas
de mis dedos, estoy invernando en medio de este otoño que se ha llevado mis
ilusiones, y apagó con un soplido, las esperanzas que alborotaban mi corazón.
Pilar
“Soñar es solo el principio”
No hay comentarios:
Publicar un comentario