
—Aquí es… la 405 —dijo él, mientras introducía la llave
dentro del cerrojo.
Lo miré y adivinó mi deseo. Acarició mi boca con la punta
de su lengua antes de reclamar mis labios en un beso profundo y hambriento que
nubló mi razón.
No quería cordura, ya bastante tenía con mi vida sabiendo
a cada minuto lo que tenía que hacer. Era el momento de la insensatez y de
volar hacia lo desconocido de la mano de un hombre que, a la primera mirada,
puso fuego en mi piel.
Entramos a la habitación y mis dedos abrieron los botones
de su camisa, mientras Joaquín me levantaba la blusa con un solo movimiento. Me
quitó el brasier dejando expuestos mis senos. Respiraba agitada estremeciéndome
ante su mirada cargada de pasión. Entonces se inclinó hacia mis pechos y los
moldeó con sus manos besando mis pezones endurecidos por el deseo.
Un gemido se escapó de mi garganta mientras disfrutaba abandonada
a la tibieza de su lengua que palpaba mis cimas, adorándolas con la boca
abierta y excitándome con cada arremetida.
Levanté los brazos y empujé su cabeza hacia mis pechos en
un afán desesperado por sentirlo más cerca. Oleadas de placer recorrían mi
cuerpo tensando mi intimidad que empezaba a reclamar su presencia. Ansiaba
sentirlo en mi profundidad tentándome con sus movimientos, ya imaginaba lo que
sería pertenecerle por completo, y la sensación me produjo un intenso calor que
apenas podía soportar.
Entre besos, se quitó el pantalón y no sé cómo fui a
parar a la cama, solo fui consciente de Joaquín arrodillado sobre el colchón y
abriendo con delicadeza mis piernas mientras me quitaba la ropa interior.
¿Qué iba a hacer?
¿No era mucha intimidad para la primera vez?
Sentí temor por su
osadía, pero sus labios me quitaron la conciencia al besar mi centro humedecido
que hizo fiesta ante el contacto de su lengua. Cerré los ojos y disfruté de la
excitante agonía de tenerlo en mi intimidad, incentivando mi pasión mientras me
ahogaba en mi respiración. Moví mi cuerpo hacia su boca, que tocaba mis
rincones con total atrevimiento, enviando seductoras sensaciones a mi cuerpo
que se preparaba para explotar por dentro.
Gemí con timidez hasta que una descarga me hizo
convulsionar. Lo miré y quedé sorprendida por la pasión que cubría sus ojos.
Nunca me habían mirado así, y por primera vez me sentí
realmente deseada…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario