la brisa cálida que terminó mi invierno.
El fuego que ardía en mi chimenea mientras
leía mis poemas.
Ese hombre puso alas a mi alma en medio de la
tempestad,
fue mi cobijo mientras lamía mis heridas,
mientras intentaba no morir en medio de batallas
que no sabía cómo afrontar.
Fue la ilusión que se filtró bajo mi puerta
mientras más sola me encontraba,
mientras no sabía como caminar.
Ese hombre me regaló la sutileza de su mirada
que envolvió sin remedio a mi corazón.
Fue el canto nuevo de un pájaro que se posó
en mi ventana,
el remolino que se llevó mi rutina en medio
de mi silencio.
Ese hombre es la primavera que trae el olor
del campo,
la fragancia del Jazmín,
es el rocío que espera la flor y que endulza
mis mañanas.
Es la suave textura de la seda,
el rayo de sol que sorprende en cada invierno.
Ese hombre fue la incertidumbre que me tuvo
en vilo por muchos veranos e inviernos,
y hoy sigue siendo el recuerdo más bonito,
la ilusión más bonita,
el amor perfecto de un romance que viví en
sueños mientras esperaba por él.
Ese hombre viaja por el mundo,
viaja por mis noches,
viaja en medio de mi cielo saltando de
estrella en estrella mientras pido un deseo,
mientras lo busco en mis fantasías,
mientras lo encuentro dentro de mis poemas.
Ese hombre tiene los ojos verdes, y la mirada más linda que yo he visto jamás.
Pilar
“Soñar es solo el principio”
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