La mujer que olvidaste una tarde cualquiera
mientras deshojaba margaritas, y me preguntaba si un día me amarías.
La que se perdió en medio de una tormenta
repitiendo tu nombre, pensando que te encontraría.
La que un día creyó que sería capaz de
conquistarte,
a
pesar de la distancia...
a
pesar de la vida misma...
Esa
mujer... soy yo.
La que jugó tu juego en medio de pocas
palabras,
y se ilusionaba con migajas y mentiras
disfrazadas.
La que te esperaba cada noche junto a mi
ventana,
esperando que coincidieran nuestros
pensamientos.
Esa mujer... soy yo.
La que aprendió a querer tu mirada una tarde
de otoño,
y te ofreció la primavera que aún tenía entre
sus manos.
La que te esperó en medio del invierno creyendo
que calentarías mi cuerpo con tus caricias.
Esa mujer... soy yo.
La que aún te recuerda con una sonrisa
triste,
la que ya se resignó...
la que ahora sigue su camino...
la que aprendió a no creer en palabras
bonitas.
Esa mujer... soy yo.
El tiempo va dejando cicatrices,
y fue secando las ilusiones que guardaba en
el corazón.
Y me volví desconfiada, y dejé de pensar que
la luna tiene su encanto, y que las estrellas brillaban para mí.
Puedo atreverme a conquistar el mundo,
a sonreír y disfrutar de buenos momentos,
pero esa mujer que creía y esperaba, ya se
fue.
Se perdió una noche cualquiera, y no sé si la
encontraré.
Pilar
“Soñar es solo el principio”
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