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En
algún lugar siempre hay una historia de dolor, un corazón que llora y sufre la
amargura del olvido. Se cuestiona y se tortura preguntándose por qué. Busca los
recuerdos en cada detalle, en cada canción; en cada palabra que endulzó su ilusión
y que hoy es melancolía que nutre sus
lágrimas. Un corazón que siente en carne viva el sufrimiento de no sentirse
amado, valorado y apreciado en su esencia, y que lucha por no ahogarse en la
hiel que brota de su herida.
En
algún lugar siempre hay un alma en soledad, esperando por ese amor que le haga
vivir lo que tanto anhela: sentirse especial y verse en los ojos de alguien que
la mire con el brillo de mil estrellas. Un corazón que se pregunta por qué no
hay un amor para mí, por qué no hay unos labios que extrañen sus labios. Un
cuerpo que ansíe su cuerpo, unos brazos que esperen sus brazos. Pero un alma
que aún confía y aún cree en el amor.
En
algún lugar siempre hay alguien que decide ocultarse del mundo, y se baña en la
amargura que le han dejado las mentiras.
Ya no cree…
Ya no cree…
Ya no
espera…
Ya
no vive la aventura de despertar cada día…
Un
alma que poco a poco se convierte en zombie
y que recuerda como algo lejano las ilusiones que alguna vez le hicieron
sonreír.
Pero
siempre hay un corazón que nace al amor y late desenfrenado mientras se cobija
en unos brazos, y otro que se marchita
bajo el compás de un reloj y de tantos inviernos y veranos en los que se cansó
de esperar.
Pilar
“Soñar es solo el principio”
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