Esa
mujer que mira la vida sin complejos, sin culpas, sin tabúes y con la libertad
que solo da el sentir y seguir disfrutando del paisaje.
La
que hoy no pone límites y me envuelve en una escritura más osada que solo se tiene
cuando la confianza y la seguridad guían tus pensamientos.
Y
esta mujer que se sienta por horas frente a una pantalla, me ha regalado la
oportunidad de introducirme en un mundo fantástico que me atrapa en medio de
besos inventados y caricias perfectas que voy hilando entre palabras. Un mundo
donde los sentidos hormiguean mi piel y calientan mi sangre a través de escenas
a media luz, y de gemidos ahogados dentro de una habitación.
Esta
mujer que va ganando terreno a medida
que pasa el tiempo; y a medida que soy consciente de lo plena que me siento
escribiendo y fantaseando a mi antojo.
Hablo de ella como una persona ajena, quizá
porque aún me falta cerrar el eslabón que me unirá por siempre a su esencia que
es la mía, a sus pensamientos que son los míos; y a sus deseos que nacen de mi
alma, pero que solo ella los expresa con más libertad que yo.
Pilar
“Soñar es solo el principio”
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