Tropezaba a diario, pero siempre me
levantaba; y empecé a sentir que con cada golpe me hacía más fuerte.
Ahora mis pasos tienen eco en medio del
silencio…
En medio del bullicio de la gente…
… En medio de este mundo en el que he
aprendido a convivir con la soledad…
Las tristezas…
Los malos momentos…
… Y en donde aprendí que la felicidad hay que
disfrutarla como viene, y en el instante preciso, porque es como el aire que no
lo puedes guardar dentro de un hermoso frasco.
La sientes, te inspira, te llena de vida; y
es capaz de iluminar tus ojos con el brillo de una estrella.
Ahora que mi alma y mi corazón se han
reconciliado,
mis horas tienen paz y sosiego.
Puedo mirar mi camino con más tranquilidad,
pero aunque me sienta más segura, te necesito
a mi lado.
Por eso…
Cuídame, quiero sentir que tus brazos son mi
abrigo,
el calor que apaga mis malos pensamientos.
La seguridad que me hace falta para comerme
el mundo con más ganas.
Cuida mis sueños como si fueran los pétalos
de una flor,
aliméntalos con tu compañía,
tu generosidad para dejarme volar y regresar
a ti con muchas más cosas para contar.
Cuida mi corazón que ya tiene una herida
cicatrizada,
y tal vez no resista otro desengaño,
ni otro invierno como el que tuve, enjugando
mis lágrimas,
y ahogando mis gritos en medio de mi
habitación.
Cuídame… y lléname de besos tiernos,
engríeme con palabras y suspiros mientras me
miras enamorado.
Cuida mi sonrisa… que no se pierda en medio
de mentiras que ya pasé por ese camino,
sé cómo huelen y a qué saben, y no quiero
volver a esconderme para llorar.
Cuídame mientras me amas,
mientras vives junto a mí.
Aquí te espero…
escribiendo mis historias y soñando con
encontrarte en cada atardecer.
Pilar
“Soñar es solo el principio”
Escribes muy bien, gracias por compartir
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