y siento
a esa niña que aprendió a ocultar sus temores en medio de sueños,
a los
que se aferraba con fuerza cuando llovía y escuchaba los truenos que la hacían
temblar,
y no
había nadie que la abrazara para decirle que nada iba a pasar.
Y recuerdo
esa guitarra que aprendí a tocar en medio de una soledad que ya se anticipaba
en mi vida,
y que
sigue acompañándome y de la que ya no reniego.
¿Para
qué?
Si
creo que ahora es mi alma gemela que me ayuda a encontrarme con personajes que
dan brillo a mis días,
sosiego
a mis fantasías que encuentran eco a través de las palabras.
Ahora
hay paz en el silencio,
quizá
porque ya no espero…
quizá
porque me volví cauta a base de engaños que a veces recuerdo en medio de
lágrimas.
Entonces
mi alma cuestiona mi debilidad,
pero mi corazón defiende mis emociones.
Cuando
peleo con la noche solo está mi sombra a
la que le hablo para escuchar mi voz.
Pero
es bueno pelear de vez en cuando porque me conecto con mi esencia que es el motor de mis días,
ahí vive
la rebeldía de la que se nutren mis historias,
y la
melancolía que a veces necesita un escritor para seguir llenando páginas en
blanco en donde esconde sus secretos,
y
expone abiertamente sus verdades.
Cuando peleo con la noche solo espero a que llegue el día,
entonces
canto…
entonces
soy la escritora que se pierde en otros mundos,
viviendo
aventuras y sintiendo emociones que dormitan en algún lugar,
y que tal
vez nunca vuelvan a aflorar. O quizá en alguna primavera despierten con un
beso que mis labios esperan,
y mi
corazón anhela cuando me peleo con la noche.
Pilar
“Soñar es solo el principio”