lunes, 16 de mayo de 2016

...y entonces te recuerdo


Cuando cae la tarde y mis fuerzas se acaban, cuando la noche me abraza y me atrapa el silencio. Cuando ya no quedan más distracciones, más pendientes; más excusas para no pensar… entonces te recuerdo.

Y el hielo se derrite y el frío se acaba; y mis labios se curvan en una  sonrisa que termina en mueca. Fue un pequeño resplandor que iluminó mis ojos, llenando este momento con tu nombre, el que repito despacio antes de guardarlo dentro de mis pensamientos.

Siempre te esperé, aún sin conocer tu rostro y tus ojos; fuiste mi compañero en las noches largas y tristes, en aquellas tardes de invierno  cuando miraba por mi ventana y no tenía más compañía que mi esperanza de conocerte, de sonreírte, de abrazarte y decirte: Por fin llegaste, te he estado esperando desde hace mucho.

Cuando tengo mil cosas por hacer, cientos de problemas que a veces me descontrolan, entonces pienso en ti… y quiero contarte, desahogar mis frustraciones, mis penas; las alegrías que me sacan de la rutina, y entonces te busco y no estás. No encuentro tu sombra ni escucho tu risa porque nunca has pisado mi espacio ni he disfrutado de momentos a tu lado.

Y caigo de mi nube al darme cuenta que todo está en mi cabeza, en mi mente traviesa que no deja de ponerme trampas y de ofrecerme regalos para pintar la realidad, donde solo estoy yo y las fantasías que me emocionan, pero que son efímeras y sin sustento.

Y vuelvo a girar la ruleta para empezar el juego: el trabajo, las distracciones, los pendientes, las excusas para no pensar, pero llega la tarde y mis fuerzas se acaban,  y entonces te recuerdo.

Pilar

“Soñar es solo el principio”

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