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Y se
hace el milagro de los días cortos donde no existen las horas y no alcanza la
noche para soñar sobre la almohada, cincelando esos momentos que ansiamos vivir
y que se vuelve una necesidad para nuestra felicidad.
Pero
algo se quiebra en el camino y te quedas en el aire sin saber qué pasó, por qué ya no encuentras su mirada, por
qué ya no escuchas su voz, por qué ya no sientes su presencia. Por qué si aún
sigues ensalivándote con sus labios ya no encuentras su boca, ya no puedes
tocar su piel; y te envuelve la melancolía de esas tardes de invierno cuando
detrás de tu ventana ves la lluvia caer.
La
magia se rompe y los días se hacen largos; y las noches más oscuras mientras te
conviertes en poeta de los versos más tristes escritos con tus lágrimas, y solo
te queda pensar que estuviste a un centímetro de tocar el cielo, de agarrar las
estrellas y de escribir en el universo un amor que lleve su nombre y el tuyo.
No
encuentras calma, no es fácil continuar sino tienes una respuesta, pero sabes
que no morirás y que solo tienes dos caminos: o aprendes a vivir con el dolor
de no haber realizado tu sueño de amor, o te encierras en la amargura de saber
que estuviste a unos centímetros de él, y a punto de tocar para siempre su
corazón.
Pilar
Soñar
es solo el principio”
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