Lo cierto
es que se han escrito canciones dedicadas a las mujeres y a los hombres.
Ellos nos
cantan:
“Víbora, ese
nombre te han puesto porque en el alma llevas el veneno mortal de la calumnia y
la maldad.
Y las
mujeres no nos quedamos atrás cantando a todo pulmón hasta quedarnos sin voz:
“Rata
inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho”
No perdemos
la oportunidad de quejarnos sobre lo mal que nos tratan. No queremos saber de
ellos o ellas, sin embargo, cada vez que alguien rompe una relación, ¿qué hacen
los hombres? Buscan embriagarse junto al amigo hablando de la perversa que se burló
de sus sentimientos. Jurando y perjurando que nunca más volverá a caer en las
garras de una mujer.
Nosotras no
somos diferentes, consumimos muchas tazas de café con la pobre de nuestra mejor
amiga, a quien saturamos repitiendo una y otra vez lo que “ese desgraciado” nos
hizo. Sin embargo, no dejamos de mirar el celular esperando que nos llame.
Los
hombres, aquellos que se autodenominan “MACHOS”, se esmeran en adoptar un papel
de indiferencia frente a una ruptura. Salen con otras mujeres y se aseguran de
pasar por la casa de la ex para que vea lo bien que les va sin ella.
Algunas,
después de terminar un noviazgo, se esmeran en mostrar sus atributos como
diciéndole al idiota que las abandonó: “Mira lo que te perdiste por imbécil”
Las peleas
entre parejas a veces se salen de control y empiezan con los insultos tratando
de herir al oponente, y cuando se quedan sin palabras la madre sufre las
consecuencias. Entonces se escucha “Con mi madre no te metas”, y es cierto,
¿qué culpa tiene la pobre de nuestros líos?
La verdad
de toda esta pelea sin cuartel es que los hombres no son tan rudos como parecen
porque son iguales a nosotras, por eso tienden a despreciar ciertas debilidades
femeninas porque se ven reflejados, y creen que no tienen la licencia de dejar
fluir sus emociones.
Pero ellos
también lloran, se emborrachan escuchando una ranchera, nos llaman con
insistencia para suplicar por una segunda oportunidad (aunque esto lo tienen
bien guardadito), nos escriben canciones, poemas y hasta han hecho alguna
locura por nosotras.
Y hay que
admitir que a las mujeres nos encanta que nos adulen o que se pongan de
rodillas como corderitos resignados a ir al matadero.
A veces
somos crueles y aunque lloremos a menudo, somos más implacables y decididas
cuando queremos romper una relación.
En
definitiva no somos ni peores ni mejores que los hombres. Amamos por igual,
sufrimos por igual y somos deslenguados por igual. Ante un ataque, atacamos,
igual que ellos. Y ante un beso… quien no se ha rendido ante esa caricia con la
persona que ama y odia a la vez, pero a quien no puede alejar de su vida.
¿Quiénes
son mejores los hombres o las mujeres?
Un abrazo
Pilar
Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que has dicho.
ResponderEliminarMe quedo por aquí, me gustan tus ideas y como las escribes.
Unbeso!
Gracias Ana María, me emociona leer comentarios como el tuyo.
ResponderEliminarUn abrazo
Pilar