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Hay quienes escriben sobre sus vidas,
otros encuentran la fuente de inspiración en los sucesos o personas que los
rodean. Tal vez alguien junta algunos elementos, los entreteje y sale una buena
historia que todos disfrutan.
Yo estoy atenta a lo que ocurre en la
vida diaria, ya sea porque lo escucho en la televisión o porque reparo en algo
que veo en la calle. Eso me sirve como punto de partida para desarrollar una
historia de amor.
“Cuestión de piel” nace después de
saber que una amiga acababa de separarse del hombre con el que estuvo casada
por 10 años. Me siento triste, me dijo, pero a pesar de eso tengo deseos de
volver a amar y que me amen. ¿Por qué no me escribes una historia?, invéntame
un romance con un español. Eso me hará muy feliz.
Esa noche dormí pensando en ella y a la
mañana siguiente ya tenía el escenario y al hombre perfecto. Mi amiga, a la que
llamé Cassandra, viviría una linda historia de amor en un paradisiaco lugar, y
Aníbal del Río sería el hombre que la haría suspirar.
Pero lo que me sucedió con Leonardo fue
algo que hasta ahora no deja de sorprenderme.
Yo quería escribir una colección
infantil para presentar a una editorial. Ya había escrito “Una tía sin
sinónimo”, “La monja sin cabeza”, y faltaba otra historia que según mis planes
era la de un niño de 12 años a quien llamé Leonardo. Cada año espera las
vacaciones para ir junto a su padre que vive en playa. La lancha en la que
navegan naufraga y viven muchas aventuras antes de que los rescaten.
Con esfuerzo logré terminar el primer
capítulo y para colmo no estaba satisfecha con mi trabajo. A pesar de esto
continué en mi propósito hasta que un día escuché una voz rasposa dentro de mi
cabeza diciéndome: “Mentirosa, esa no es mi historia” Como no es la
primera vez que siento que alguien me habla, no le di importancia y traté de
seguir escribiendo, pero la voz se volvió más persistente: “Mentirosa, esa no
es mi historia, repetía.
Estuve dos días escuchando su voz y
empezó a fastidiarme esta situación. Cansada le comenté a Pepe lo que me
ocurría y él me dijo: ¿Por qué no le preguntas cuál es su historia?, a ver qué
resulta.
Cuando volví a escuchar su voz me armé
de valor y dije:
¡Ya basta!, deja de molestar y dime
cuál es tu historia.
De repente lo vi y me puse nerviosa.
Leonardo era un hombre de 80 años, delgado y con la mirada más triste que
hubiera visto jamás. Respiraba pausado mientras veía por una ventana. De pronto
su voz me causó mucha emoción y sin querer empecé a escribir lo que
él decía.
“Estoy aquí, sentado frente a
mi viejo escritorio de caoba, dispuesto a cruzar la línea del tiempo para
enredarme en una historia donde hubo más de un protagonista. Todos hilaron en
mi camino convirtiéndome en lo que soy: un viejo con dos caras que
fabricó una mentira, y que vivió bajo la sombra de lo que ellos y yo
provocamos”
Recuerdo que él se
detuvo y yo apenas respiraba preguntándome, ¿Quiénes eran ellos? ¿Y
qué habían provocado?
Entonces Leonardo
siguió hablando.
“Es
increíble cómo puede cambiar nuestra vida y cómo pueden cambiar nuestros sueños.
De repente despiertas con el pecho sangrante porque te extirparon el alma, y ya
no eres más que un remedo de hombre que arrastra una pena que intenta
ocultar, pero que al final no puede, porque le delatan los ojos y la sonrisa
que se dibuja en su rostro que poco a poco se convierte en mueca”
Escribí las
primeras hojas sin parar y sin saber hacia dónde iba. Cada mañana me sentaba
frente a la pantalla esperando que Leonardo dirigiera la historia. No
sabía en qué acabaría tanto drama. Un día Pepe llegó de trabajar y me volvió a
encontrar con los ojos hinchados. ¿Y ahora qué pasa?, me preguntó. Es Leonardo.
¿Y por qué no haces que deje de sufrir?, me dijo mientras me abrazaba para que
me calmara. Porque no puedo. No es mi historia, respondí.
Sufrí y lloré junto
a Leonardo mientras me contaba cómo se sentía. No podía perdonarse el haber
actuado como un egoísta y arruinar la vida de quienes más había
amado.
Un día supe el
drama que desencadenó tanto dolor y entonces llegué a la conclusión de que
nadie había sufrido como él.
Terminé la novela
y le puse como nombre “La maldición de los Steiman”, luego la adapté para
escribir el guión de una historia para la televisión. Estaba tan
obsesionada que también hice el guión de una película que espero que algún día
vea la luz, entonces comprenderán y compartirán el dolor de Leonardo.
Un beso
Pilar
Hola. Me llamo Amaia Villa, soy española y he visto el link a tu blog en la web "palabra sobre palabra" en la que participo. Me encanta leer historias románticas y me he descargado el principio de la tuya y si me engancha la comprare. Me ha hecho gracia ver que tenemos otra cosa en común, las canciones. Acabo de empezar mi andadura como letrista y me esta gustando. Te deseo mucha suerte y espero q participes en la web activamente.
ResponderEliminarAmaia
Gracias Amaia por tus deseos, espero que en algún momento coincidamos en la web y podamos compartir nuestras inquietudes con respecto a la música y la literatura
EliminarAlucinacion Total !
ResponderEliminarEl solo hecho de respirar es una Alucinación Total.
EliminarUn abrazo
Pilar