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El día de ayer iba en el auto
escuchando, como siempre, una radio romántica, cuando vino la sección de las
consultas al terapeuta de planta.
Una de las oyente le comentaba al
doctor que no sabía qué hacer porque su novio le acababa de pedir la “prueba de
amor”
Esto me remontó a la época del
colegio cuando en las clases de religión la madre Mery no dejaba de
aconsejarnos sobre la “bendita prueba de amor”. Cuidado caigan, decía; no sean
tan tontas en aceptar porque el muchacho que pide solo las quiere para pasar el
rato. También recuerdo a mi abuelita hablando sobre esta prueba. Ella decía que
una mujer era como una copa de cristal, que una vez rota jamás vuelve a ser la
misma.
El terapeuta le dijo a la mujer que
debía hacer lo que deseara sin sentirse presionada, pero me dejó la sensación
de que esta oyente quería que le dijeran “Adelante, si lo amas por qué te
detienes, dale lo que pide”
Qué triste el que piensa que el
amor se tiene que probar de esta manera cuando solo hay que sentirlo y
disfrutarlo, lo demás viene por añadidura. Aunque no es tan simple como parece,
y de eso somos conscientes, no es por gusto que esta oyente quisiera buscar a
alguien a quién vapulear si las cosas no le salen bien. Qué tal si luego de entregarse
a su novio él la deja o sale embarazada, ¿a quién echarle la culpa?
Por supuesto que a la persona que
le dijo lo que ella quería escuchar. ”Entrégate, total… lo haces por amor”
Hay que ser valiente para aceptar
nuestras debilidades o algunos deseos que a la vista de otros, pueden no ser
muy bien vistos. Ser honestos para decir: Me acuesto con mi novio porque quiero
y punto, o lo hice porque me dio la gana. ¿El amor?, qué importa, yo solo
quiero sexo.
Pero muchos arman un escenario
donde EL AMOR es un invitado central que acalla o engalana sus pasiones, ya que
siempre es mejor decir: lo hice por amor.
El amor es el sentimiento más puro
que ha sido manoseado y vejado por las personas de dos caras que no se atreven
a enfrentar sus deseos. El amor no puede traerte desdicha, somos nosotros los
que con nuestras decisiones tomamos el camino incorrecto. Si sabes que la
persona que te gusta es un mujeriego o que le encanta ir de parranda en
parranda, sabes a lo que te expones, no vengas luego a decir sufro por amor. ¡No!,
sufres porque pensaste que podías ser la salvadora de ese hombre tal vez por
una cuestión de ego. No le eches la culpa al amor de las traiciones o
humillaciones que recibas. Es cierto que a veces dentro del amor no hay buenos
momentos, pero también es cierto que se hace más fuerte cuando decidimos seguir
amando. No te olvides que el amor es luz, esperanza, felicidad, y la razón más
importante de nuestra vida.
Un beso
Pilar