A veces quisiera perderme en la bruma de una
noche fría,
y dejar por las esquinas solitarias mis
amarguras, mis decepciones; mis esperanzas marchitas que ahora cuelgan en las paredes de mi habitación,
recordándome que alguna vez dieron vida a las
sonrisas que iluminaron mi rostro,
y que hoy son una prueba de lo efímera que es
una ilusión.
Llevo muchos inviernos en el alma,
muchas primaveras en mis ojos,
muchos otoños que acompañaron mis sueños,
esperando por un amor que fui tallando con el
tiempo,
esculpiéndolo con el cincel de mi imaginación,
hasta el extremo de sentir sus pasos,
y creer ver su sombra junto
a la mía.
Pero era solo un espejismo,
una jugarreta de mi mente,
una mentira de mi corazón
sediento que anhelaba encontrar cobijo en medio de otros latidos.
Hoy cargo muchas preguntas
que duelen,
muchas respuestas que me
arrinconan contra la pared,
muchas verdades que asaltan
mis emociones,
dejando a flor de piel los
miedos que aún debo enfrentar,
y a los que esquivo con
elegancia cuando siento que se acercan nuevamente a mí.
Es una noche como tantas en
mi vida,
en donde siempre hay una
ventana,
y un cielo adonde elevo mis
pensamientos.
¿Por qué es tan difícil ser
feliz?
¿Por qué ya no me contento
con poco en el amor?
Quiero gestos...
Quiero abrazos...
Quiero besos...
Quiero miradas...
Quiero un “te amo” que de
alegría a mis días,
y sea la hamaca en donde
desaparezca de a poco mis dudas.
Es otra noche cualquiera
llena de comparsas,
repleta de recuerdos: los
dulces y amargos,
y de aquellos que están frescos que hasta huelen a
tierra mojada.
¡Qué espanto de soledad!
¿Por qué no te callas?
No te quiero escuchar, no me
gusta lo que dices y pregonas con tu silencio.
¡Vete!, que esta noche ya tiene
suficiente hiel barnizando las paredes de mi alma,
y recordándome que haga lo
que haga siempre estaré sola.
Abrazándome en el invierno,
y soñando con esa mirada que tal vez nunca se quede en mi vida
Pilar
“Soñar es solo el principio”
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