Hace unos días
terminó la Feria de Ricardo Palma, y siempre que voy a una feria de libro me
deja muchas riquezas, interactúo y hablo con gente que me enseña mucho. Pero
esta feria tuvo algo más que llamó mi atención.
Por cuestiones de
la Municipalidad de Miraflores la feria no se pudo realizar, como todos los
años, en medio del parque Kennedy, por donde transitan una mixtura de personas. Se realizó en “Larcomar”, un centro comercial ubicado cerca del mar y
en uno de los mejores lugares de Miraflores, visitado por turistas y mucha
gente de condición elevada, ya que hay restaurantes elegantes donde además de comer
bien, te rodeas de un ambiente exquisito.
Pues no era de extrañar
que estas personas que visitan este centro comercial hayan querido dar una
vuelta por la feria del libro, donde yo ofrecía mis novelas. Y lo
que llamó mi atención es que a la pregunta de ¿Te gustan las novelas
románticas?, estas mujeres con tinte de peluquería hicieran comentarios
que dejaban mal parado a los pobres esposos que iban junto a ellas, y que
seguramente paga el Spa donde se relajan del stress que significa el no hacer
nada.
“El amor, dijo una
de ellas, ¿qué es eso?”, el esposo me sonrió como disculpando la respuesta de su
mujer. “No estoy para tonterías”, respondió otra, y nuevamente el esposo quiso
excusarla con una sonrisa. “Eso ya pasó”, comentó una mujer en tono de
desprecio. A lo que el esposo no se quedó callado y me dijo: “Por eso tengo una
amante”
Debo confesar que
me sorprendió su comentario y que a raíz de eso empezara a reparar en estas
mujeres, que eran fáciles de ubicar en medio del gentío que sí iba a la feria
en busca de algún libro.
Solo tenía que
mirar el bolso que colgaban con orgullo del brazo como si fuera un trofeo de
guerra. Parecía que decían en silencio: “Miren… tengo un Dolce &Gabbana” “Jojolete,
muéranse de envidia, tengo un Luis Vuittón”
Y así desfilaron
ante mis ojos los bolsos de Gucci y Prada, que iba acorde con la ropa que
llevaban.
Una de ellas me
preguntó. ¿Eso es literatura?, y miró con asco mis novelas. Yo sonreí, aunque
estuve a punto de preguntarle si sabía lo que significaba esa palabra.
No suelo actuar
como una generalidad ambulante, por eso no pienso que todas las rubias son
tontas, y tampoco creo que por un pequeño porcentaje de mujeres desatinadas
deba creer que todas las que llevan bolsos de marca son descerebradas, pero
esto me llevó a una reflexión. ¿Es que al amor también debemos medirlo por
escalas? ¿El gozar de muchos privilegios puede hacer que olvidemos la importancia
de este sentimiento? Tal vez para algunas es más fácil olvidar los problemas conyugales
yendo de shopping, y ostentado frente a los demás las marcas de sus accesorios
que aprenden a pronunciar con elegancia.
Felizmente aún
queda gente que tiene el alma abierta a la vida, y que al pasear por una feria van en busca de las emociones que un libro les
deja dentro del corazón. Y que a la pregunta, ¿te gustan las novelas románticas?, responden
con espontaneidad: “Sí, me encantan, ¿qué tienes?”
Pilar Cueto
“Siempre se puede
soñar”