Algunos
dicen que vale más una mentira que una verdad que te haga
llorar; aunque me atrevería a decir que quién recita esta frase como suya en el
fondo sabe que es víctima de la mentira. Vive un calvario repitiéndose así
mismo que todo está bien, que la persona que ama es feliz a su lado, que su
comportamiento frío y lejano se debe al stress. Le echamos la culpa al trabajo,
a la vida que llevamos yendo de un lado a otro. Buscamos pretextos para
sostener nuestra propia mentira antes que permitir que la verdad que ocultamos
salga a la luz.
¿Quién
es más mentiroso? ¿El que calla? ¿O el que sabe que le mienten y continúa como
si nada pasara?
Hay
quienes piensan que el amor es una gran mentira, pero no les importa meterse
entre sus redes a cambio de un poco de ilusión; esa etapa del enamoramiento que te hace pensar que eres el
ser más feliz del planeta. Si luego
surgen las mentiras, qué importa, dicen, si al final la rosa tiene espinas y el
cielo no siempre está despejado.
Pero
la mentira es como una hiedra que te asfixia y te obliga a tomar decisiones.
Tarde
o temprano se pone en contra de quién la dice o la oculta. No se puede vivir
bajo un antifaz participando en una fiesta que va acabando con tu tranquilidad.
Es agotador para las partes, el vaso se llena y casi siempre termina explotando
el que comenzó el engaño. O confiesa que ya no te ama y que tiene otro amor, o
busca la excusa de “necesito un tiempo” para
romper contigo y, de pasadita, hacerte sentir culpable.
El
que miente busca involucrar a su víctima para limpiar su conciencia, no acepta
que es desleal, malintencionado y perverso, por hacerte vivir situaciones o
momentos donde tarde o temprano te afecta la autoestima. Se repite que lo hace
por ti, para no hacerte sufrir, a pesar de darse cuenta que ya lo descubriste y que
estás triste por su culpa. Su egoísmo lo encierra en la mentira como una salida
para ocultar su debilidad.
Felizmente
el corazón no tiene buena memoria y termina entregándose a otra ilusión, te
aprendes otro nombre y vuelves a decir una mentira universal, la que se repite
a diario en todas partes del mundo: “Eres el amor de mi vida”
Pilar Cueto
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