viernes, 11 de enero de 2013

Como amamos las mujeres


Dicen que los hombres son de marte y las mujeres de venus. Cuando leí el libro me vi reflejada en muchos ejemplos de cómo me comportaba ante diversas situaciones. Por ejemplo, cuando Pepe maneja el auto siempre le digo dónde debe estacionarse. Luego recuerdo lo que leí y no insisto con palabras, pero no dejo de hacer señas con las manos. Pepe siempre se molesta y termina estacionándose donde mejor le parece.
Entendí que los hombres y las mujeres tenemos diversas reacciones antes determinadas situaciones. Mientras nosotras, ante un problema, lo hablamos hasta con la amiga que vive en la China, los hombres suelen ser más reservados y tienden a refugiarse en la soledad.       
Nosotras nunca tomamos bien este alejamiento y rápidamente empezamos con las acusaciones y sarcasmos. ¿Estás seguro que no estás pensando en nadie? ¿Por qué estás tan callado?, no es normal. ¿Y cómo está tu nueva compañera de trabajo?, ¿Es cierto que es bonita? Y las más osadas hasta revisan sus cosas buscando la prueba del delito.
Somos latosas, a veces inoportunas, egoístas hasta el cansancio y hay quien se atreva a negarlo. Nos gusta que nos den la razón y que siempre estén pendientes de nosotras. Nos enojamos con facilidad por las razones más tontas. Si dejaron la toalla húmeda sobre la cama saltamos con un grito, si no respondieron a nuestro mensaje ese “sexto sentido” nos dice que tal vez está con otra, aunque el pobre se encuentre  en una reunión súper aburrida tratando de concentrarse a pesar de los cientos de mensajes que no dejamos de enviarle a su celular.
Tenemos muchos defectos, pero a la hora de amar nadie como la mujer para entregarse con intensidad a sus emociones.
Dicen que de acuerdo a nuestro signo somos capaces de demostrar amor: La Arianas son ardientes, las de Tauro persistentes para conseguir a quien quieren, y así nos encasillan de acuerdo a nuestro día y hora de nacimiento.
Lo cierto es que a pesar de todo nadie como la mujer para proteger como leona al hombre que ama. A pesar de nuestra dulce apariencia sacamos las garras en el momento oportuno, aunque creamos en lo profundo que estamos equivocadas. En nombre de ese amor inventamos argumentos para defender  a quien amamos. Muchas veces no importa si no somos correspondidas, igual nos entregamos con la esperanza de que algún día él volteará la mirada y descubrirá que se ha enamorado.
Amamos por necesidad tanto si hay alguien a nuestro lado como si estamos solas. Siempre habrá un cantante o actor o ese tipo con el que nos encontramos “por casualidad” en el trabajo o en el paradero del bus,  a quien le dedicamos las canciones de la radio y nuestros íntimos pensamientos.
Qué afortunado es el hombre que se deja amar y se entrega a una mujer.  Descubrirá que su vida nunca más será aburrida. Encontrará en nosotras motivos para enojarse, tartamudear, pensar en la muerte o creer que está a punto de enloquecer, pero también descubrirá que su vida sin una mujer no vale la pena. Ángeles o demonios somos la sal de la vida y el dulce néctar que endulza los sueños de los hombres.
Pilar   

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