Dicen que los
hombres son de marte y las mujeres de venus. Cuando leí el libro me vi
reflejada en muchos ejemplos de cómo me comportaba ante diversas situaciones.
Por ejemplo, cuando Pepe maneja el auto siempre le digo dónde debe
estacionarse. Luego recuerdo lo que leí y no insisto con palabras, pero no dejo
de hacer señas con las manos. Pepe siempre se molesta y termina estacionándose
donde mejor le parece.
Entendí que los
hombres y las mujeres tenemos diversas reacciones antes determinadas situaciones.
Mientras nosotras, ante un problema, lo hablamos hasta con la amiga que vive en
la China, los hombres suelen ser más reservados y tienden a refugiarse en la
soledad.
Nosotras nunca
tomamos bien este alejamiento y rápidamente empezamos con las acusaciones y
sarcasmos. ¿Estás seguro que no estás pensando en nadie? ¿Por qué estás tan
callado?, no es normal. ¿Y cómo está tu nueva compañera de trabajo?, ¿Es cierto
que es bonita? Y las más osadas hasta revisan sus cosas buscando la prueba del
delito.
Somos latosas, a
veces inoportunas, egoístas hasta el cansancio y hay quien se atreva a negarlo.
Nos gusta que nos den la razón y que siempre estén pendientes de nosotras. Nos
enojamos con facilidad por las razones más tontas. Si dejaron la toalla húmeda
sobre la cama saltamos con un grito, si no respondieron a nuestro mensaje ese
“sexto sentido” nos dice que tal vez está con otra, aunque el pobre se
encuentre en una reunión súper aburrida
tratando de concentrarse a pesar de los cientos de mensajes que no dejamos de
enviarle a su celular.
Tenemos muchos
defectos, pero a la hora de amar nadie como la mujer para entregarse con
intensidad a sus emociones.
Dicen que de
acuerdo a nuestro signo somos capaces de demostrar amor: La Arianas son
ardientes, las de Tauro persistentes para conseguir a quien quieren, y así nos
encasillan de acuerdo a nuestro día y hora de nacimiento.
Lo cierto es que a
pesar de todo nadie como la mujer para proteger como leona al hombre que ama. A
pesar de nuestra dulce apariencia sacamos las garras en el momento oportuno, aunque
creamos en lo profundo que estamos equivocadas. En nombre de ese amor
inventamos argumentos para defender a
quien amamos. Muchas veces no importa si no somos correspondidas, igual nos
entregamos con la esperanza de que algún día él volteará la mirada y descubrirá
que se ha enamorado.
Amamos por
necesidad tanto si hay alguien a nuestro lado como si estamos solas. Siempre
habrá un cantante o actor o ese tipo con el que nos encontramos “por
casualidad” en el trabajo o en el paradero del bus, a quien le dedicamos las canciones de la
radio y nuestros íntimos pensamientos.
Qué afortunado es
el hombre que se deja amar y se entrega a una mujer. Descubrirá que su vida nunca más será
aburrida. Encontrará en nosotras motivos para enojarse, tartamudear, pensar en
la muerte o creer que está a punto de enloquecer, pero también descubrirá que
su vida sin una mujer no vale la pena. Ángeles o demonios somos la sal de la
vida y el dulce néctar que endulza los sueños de los hombres.
Pilar
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