Cuando tenía quince años mi madre me regaló
mi primer brillo labial con sabor a uva, luego me acostumbré al carmín y dejé de sentir esa sensación pegajosa y algo
dulzona que se adhería sobre mis labios.
En la actualidad hay toda una industria del maquillaje
puesto al servicio de las mujeres con la
finalidad de realzar cada parte de nuestro rostro. Están las mascarillas que hacen milagros en nuestras
pestañas, las sombras que nos ayudan a
profundizar la mirada, la base que fija el rubor, ¡ah! y los benditos polvos
que nos quitan el brillo del rostro y que aún no me acostumbro a usar.
Pero hay un cosmético que para toda mujer es
esencial y que nunca falta en nuestro bolso: “El lápiz labial” Utilizado por
muchas para realzar los labios y volverlos más sensuales y llamativos, y por
otras como un arma poderosa que puede ayudarte en tus propósitos.
Una huella de tus labios puede servir como
firma para cerrar una carta de amor, y es una forma romántica de dejar tu sello
personal. No solo dejas sentado con palabras lo que sientes, sino que lo
reafirmas diciéndole al subconsciente que eres suya.
También puedes dejarte llevar por el ego y
usar tu huella para decirle a todo el mundo “Ese hombre es mío”, y al pobre lo
dejas cual papel de institución del estado, con tantos sellos que no le queda
más remedio que sonreír frente a las burlas de sus amigos.
Pero este pequeño cosmético que parece
inofensivo puede servir de arma letal para destruir relaciones cuando tienes el
cuidado de dejarlo en un lugar donde él no lo notará, pero la firme sí.
Entonces ella dirá: “¿Con quién has estado?”, y el iluso responderá. “Con nadie
mi amor” “¿Y esta huella de lápiz labial que tienes en la camisa?”
Ahora la industria se ha modernizado y
encuentras en el mercado una amplia gama de coloretes, desde aquellos que dejan
huella, hasta los que pasan desapercibidos, aunque según una pequeña encuesta
realizada no tiene sentido usar un carmín si no dejas tu recuerdo para que él
piense en ti cuando no estás.
En fin… gracias a la compulsiva obsesión que
tenemos de que siempre nos recuerden, encontraremos cualquier cosa para hacernos
presentes, aunque no habrá nada más inocente y descuidado que una huella de
carmín que dibuje los pliegues de nuestros labios.
Pilar
“Soñar es solo el principio”